La colocación más alta de Ale del Burgo

Voleibol

La viguesa disfruta de una nueva etapa en el Fatum de Hungría, donde está conociendo el profesionalismo al 100%

Del Burgo ha comenzado la competición liguera y europea con su nuevo club.
Del Burgo ha comenzado la competición liguera y europea con su nuevo club.

La voz de Alejandra Álvarez del Burgo resuena con la misma calidez de siempre cuando saluda al otro lado del teléfono. Su sonrisa se intuye. Su serenidad se percibe. La satisfacción por tomar una decisión que le ha cambiado la vida se manifiesta a través de sus palabras. Porque, a sus 30 años, la colocadora viguesa dio el pasado verano el salto que llevaba tiempo anhelando: se fue a jugar al voleibol al extranjero. Y tres meses después de llegar a Hungría para incorporarse al Fatum, siente que mudarse a 3.000 kilómetros de Vigo ha merecido la pena mientras aprende día a día sobre una realidad distinta en un hogar diferente. “Tenemos 17 grados. Nada mal aquí en Nyiregyhaza”, señala sobre su nueva ciudad. “¡Ya lo sé decir! Al principio, me costaba un poquito”, bromea.

Así es. Del Burgo vive sola en esta ciudad de 120.000 habitantes al noreste del país magiar, cerca de las fronteras con Eslovaquia, Ucrania y Rumanía. Un contexto opuesto al vivido los últimos cuatro años en Gran Canaria, a su etapa anterior en Alcobendas o cualquier realidad imaginable en España. En Hungría, el voleibol tiene un altísimo nivel competitivo, una elevada afluencia de público a los pabellones y una repercusión notable a nivel social y mediático. Se llama profesionalismo. “Me siento profesional porque me tratan como a una profesional”, destaca la canterana del Xuvenil de Teis antes de nada. “Es el aspecto en el que mayor diferencia estoy notando”, explica, al tiempo que desgrana lo más visible, como el tamaño y la calidad de las instalaciones o la atención permanente a todo lo que necesita la deportista; y detalles que no se ven, como no tener que compartir piso. Pero lo que más ensalza es el tratamiento. “Aquí no hay control sobre la jugadora. Nadie te pregunta qué vas a hacer en tu tiempo libre ni cosas por el estilo. Dan por hecho que eres una profesional y como una profesional te vas a comportar”, resume.

“Me siento profesional porque me tratan como a una profesional; es la mayor diferencia que estoy notando”

La viguesa percibe esa responsabilidad de las deportistas desde las categorías de base. Eso trae aparejada una exigencia mayor. “El juego es distinto. Más rápido”, reconoce Del Burgo, que como colocadora necesita un esfuerzo extra en la adaptación a sus nuevas compañeras. De sus dedos nace todo el juego ofensivo del equipo y eso requiere unos fundamentos que no se adquieren en un par de semanas. “Es empezar completamente de cero. Con las compañeras y con las rivales. Que la cosa cambia del vídeo a la pista”, bromea, al tiempo que reconoce lo duro que trabaja para sacar adelante la esencia de su posición: engañar al bloqueo contrario. “A veces, me echa humo la cabeza. Es el mayor reto que estoy sintiendo, pero estoy encantada de afrontarlo”, confiesa.

La colocadora de Teis, antes de un saque con su nuevo equipo.
La colocadora de Teis, antes de un saque con su nuevo equipo.

Por el momento, Ale progresa adecuadamente. “Es todo diferente, pero también ilusionante”, apunta. “Las compañeras son súper acogedoras y me han integrado en el grupo desde el primer momento. Me ayudan siempre. He tenido mucha suerte en eso porque no en todos los equipos es así”, confiesa, al tiempo que también se muestra agradecida con su entrenador, David Zoltan. Con él y con sus compañeras se comunica en inglés, idioma que todo el mundo maneja en el club. “Somos muchas extranjeras. Están acostumbrados”, razona.

“El juego es más rápido y me centro en adaptarme; es todo diferente, pero también ilusionante”

Y aunque la Extraliga húngara acaba de empezar y su Fatum suma una victoria y una derrota, Del Burgo no escapa de las responsabilidades colectivas, mientras desvela un dato curioso de las competiciones en el país magiar. “Aquí se reparten medallas para los tres primeros tanto en Liga como en Copa. Es nuestro objetivo”, señala. “Además, eso te garantiza meterte en Europa, que es la meta del equipo”, añade Ale, que precisamente mañana disputa en Finlandia el partido de vuelta de treintaydosavos de final de la Challenge Cup ante el Viesti. En la ida, el Nyiregyhaza ganó 3-0.

La viguesa tampoco huye de sus obligaciones individuales, aunque reconoce que se está encontrando a sí misma. “Son muchos cambios”, insiste. “Estoy centrada en adaptarme al equipo y en ofrecerle lo que sé hacer. También en introducir esta nueva velocidad en mi juego. Me siento bien físicamente, así que quiero seguir mejorando”, remata Del Burgo, que afronta y disfruta de su colocación más alta: la del profesionalismo total.

“Hemos ido a Budapest y es una ciudad increíble”

El salto de nivel competitivo y un día a día 100% profesional no es el único cambio que Ale del Burgo está viviendo en Hungría. El contraste cultural y climático entre vivir en Las Palmas y en Nyiregyhaza es tremendo. Pero la viguesa lo lleva muy bien. “Es una ciudad pequeña, pero tiene de todo y es muy cómoda. Tiene zonas chulas, un lago. Hay un spa, que es patrocinador. Así que podemos ir gratis”, describe.

Ale ya ha podido visitar la capital del país en sus tres meses en Hungría.
Ale ya ha podido visitar la capital del país en sus tres meses en Hungría.

La colocadora olívica se adapta poco a poco a su nueva realidad, también fuera de la pista. “Al estar sola, hay cosas que me cuestan”, confiesa. Pero en estas cuestiones, también agradece el apoyo de sus compañeras. “Cuando tenemos algún día libre, intentamos salir a tomar café”, explica, sin dejar de reconocer que pasa “el triple de tiempo en casa que cuando estaba en Las Palmas porque el clima no siempre incita a hacer planes”.

Eso no evitó que haya hecho algo de turismo. En la capital, por ejemplo. “Hemos ido a Budapest. Es una ciudad increíble, con un monumento en cada rincón”, destaca la canterana del Xuvenil que, no obstante, prefiere “ciudades pequeñas” para vivir.

Para terminar, Ale comenta que en los tres meses que lleva en Hungría no le ha dado tiempo a echar casi nada “muchísimo de menos”, también porque la comida es rica. “Me está gustando, aunque no pueda tomarme unas tapas en una terraza”, bromea para concluir.

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