El ciclismo se mezcla con la lluvia y la tierra
El ponteareano Miguel Rodríguez es el principal especialista en Galicia de ciclocross, que afronta la fase principal de la temporada con los títulos oficiales
Doble campeón de España, en 2021 en la categoría juvenil y la pasada campaña como sub-23 tras estar en el podio en sus tres años en la categoría. Miguel Rodríguez es, en la actualidad, la gran referencia del ciclocross en Galicia y, quién sabe, si algún día logra conquistar el cetro estatal absoluto. Y es que desde 1997 Galicia todavía espera que un gallego tome el relevo del porriñés Abel Maceira en una disciplina con una notable implantación en la comunidad y en el área de Vigo, con O Porriño y Ponteareas como particulares ‘mecas’. Precisamente, del club y de la localidad del río Tea salió Rodríguez, que ahora defiende los colores del Supermercados Froiz pontevedrés. “Llevo bastante tiempo en el ciclocross y, en esta zona de A Freixa, ya sumamos tres años entrenando. Es un lugar bueno para hacerlo”, explica sobre el lugar habitual de los entrenamientos técnicos, cerca del río, que combina con “una zona que hay cerca de mi casa, en el río Uma, que es otra que utilizo”, describe. Es el particular día a día de un deportista que, sobre la bicicleta de ciclocross, es extremadamente eficiente. Sube y baja del vehículo sin espectacularidad, sin grandes gestos, pero con una velocidad y eficacia notable, como si no costase: “Con los años que llevo, lo haces sin pensar, sale todo”.
Con 22 años, el de Ponteareas todavía es una joven en el ciclocross, pese a que se puede describir como un experto, ya que “empecé en el ciclismo en miniBTT, como casi todo el mundo. Poco a poco, te vas metiendo en las carreras y de cadete y juvenil ves que hay esta disciplina de invierno en la que todo resbala un poco más por la lluvia y el barro. Me gustó y, después de ocho años, aquí estoy”. Conoce bien su ámbito y relata que “es un esfuerzo más explosivo, de un máximo de una hora. La acción está concentrada y al público le gusta. Es de lo poco que se corre en invierno y no hay esa competencia entre carreras como pasa en la carretera”.
Insiste en estar cerca del aficionado, casi tocándolo, porque solo lo separan de él unas cintas y “es muy próximo. En una competición de ruta, te vas a un puerto de montaña y los ves pasar una vez, pero aquí lo puedes observar a través de varias vueltas. Tiene más continuidad", relata. Son trazados cerrados, estrechos, muchos de ellos con barro, con escaleras, con subidas casi imposibles… “Te acostumbras a los obstáculos y a las curvas. Técnicamente es exigente porque no es sólo pedalear mucho, hay que saber cómo hacer que la bicicleta sea veloz y no se pare”, explica el de Ponteareas.
No obstante, un buen especialista en ciclocross tiene que dar pedales y hacerlo fuerte y rápido. La técnica es precisa combinarla con el motor humano, de forma que “hago la preparación física en carretera, que es lo básico. Después de tantos años, tengo la parcela técnica más adquirida. Realizo un día o dos por semana para fortalecer lo que ya sé: las curvas, pasar los obstáculos y así. Aunque lo básico es tener buena forma”.
Es la base, pero hay más elementos como subir y bajar de la bicicleta con celeridad, correr en las zonas de barro y superar los ‘tablones’, presentes en casi todas las carreras como herederos de las vallas de fincas que había que pasar en los tiempos pretéritos de ciclocross cuando se atravesaban campos. “Yo soy de los pocos que siguen desmontando en los obstáculos. Hoy en día, hay mucha gente que los pasa saltando. Prefiero bajarme y volver a montar. La verdad es que yo corro bien y apenas pierdo tiempo. Siempre hay algunos trazados en los que hay que correr por el barro porque son intransitibles y es uno de mis puntos fuertes. A la hora de pasarlos, hay que desmontarse lo más cerca posible para correr lo menos posible. Después, montarse rápido para no perder tiempo y pedalear lo máximo", asegura el de Ponteareas.
Como buen ‘pateador’, término que se utiliza en el ciclocross para los tramos de carrera -pateo-, Miguel Rodríguez es amante de las carreras con barro y sus dificultades técnicas. Eso sí, admite que en España “corrí poco en barro porque llueve poco. Las únicas que hice fueron aquí”, admite sobre el presente curso, en el que comenzó con menos velocidad que campañas precedentes porque “venía de estar seis meses sin competir al no hacer temporada de carretera. Empecé a trabajar y me cambió la rutina”, relata Miguel Rodríguez.
La campaña invernal, como su gran especialidad, estaba en el calendario y tiene claro el objetivo de que “será el Campeonato de España”. Está marcado para el fin de semana del 10 y 11 de enero en la localidad conquense de Tarancón. Estar cerca del podio absoluto será el objetivo de Rodríguez, una tarea que no es sencilla porque “me falta ese punto de velocidad esta campaña”. Trabaja para adquirirlo y, en todo caso, siempre puede contar con la ayuda de la lluvia porque “si un día tengo carrera, me alegro si la previsión es de lluvia. Generalmente, todo el mundo está contento con el barro”.
Esta campaña es más tranquila para el de Ponteareas en lo referente a los eventos internacionales, ya que no viaja hasta Bélgica en Navidades para afrontar las pruebas que sí hizo en cursos precedentes con el objetivo de obtener los puntos que le permitieron acudir al Mundial de su edad. La Copa del Mundo de Benidorm, de puro secano, será la cita internacional, pero guarda recuerdos del paso por algunos de los trazados con más tradición del mundo del ciclocross. “El ambiente es increíble. Hay circuitos que están absolutamente llenos, pese a que cobran entrada. Animan mucho”, relata el de Ponteareas. Allí se cruza con los populares Van der Poel o Van Aert, pero también con los nombres más especialistas y que arrastran decenas de seguidores, como Laurens Sweeck, Michael Vantorenhout o Lars Van den Haar.
Eso sí, hay aficionados que entonan aquello de ‘el resultado me da igual’ con acento flamenco porque “creo que hay gente que ni ve las carreras. Beben bastante cerveza y tienen las carpas montadas desde la mañana hasta media tarde, a las cinco o las seis, dos horas después de terminar la carrera”, describe el del Supermercados Froiz. Un auténtico ambiente festivo y “de muy buen rollo, la verdad”.
Rodar sobre tierra, hierba, arena o barro requiere tener elementos diferentes y una bicicleta adaptada que “es muy similar a la de carretera. Lo que cambia es que llevamos las ruedas con tacos y que el cuadro tiene un mayor paso de rueda para usar unas más anchas. Los pedales son de de montaña y yo siempre utilizo monoplato. En cuanto a los neumáticos, opto por tubulares y no por cubiertas porque permiten ir a presiones muy bajas, con menos de dos kilos de presión”, relata con rapidez Miguel Rodríguez. Y es que la presión es un detalle clave, ya que “en carretera, se llegó a ir con 12 y, a día de hoy, se ponen cuatro o cinco. Pero es totalmente diferente”. Los tacos en las ruedas son algo que llaman la atención, pero los hay diferentes: “Los neumáticos cambian en función del circuito. Tenemos dos juegos principales, uno de barro y otro de seco, pero para los más exigentes hay de todos los tipos posibles”.
Y, como se puede pronosticar, el material sufre mucho por esas superficies. “Lo bueno en mi caso es que tengo dos bicicletas prácticamente solo para competir. Esto hace que le ahorre muchos kilómetros y evite su desgaste. Pero sí sólo tienes una, con el agua y el barro, se daña todo mucho más y la vida útil es menor”, relata el actual campeón gallego de ciclocross.
Así es la disciplina que tiene en Miguel Rodríguez en la principal referencia en Galicia. En lo que va de curso, se situó en las Copas de España entre los diez primeros y pisó el podio en la localidad lusa de Vila Real. El próximo domingo, buscará el título de Galicia en Maceda tras conquistarlo el pasado año en Cambre y con la sensación de que lleva una campaña en crecimiento por la diferencia obtenida sobre el resto de competidores en las escasas apariciones que hizo en la Copa Galicia. Con cada competición, la distancia sobre sus perseguidores se incrementó algo más y, tras el evento de Maceda, llegará la cita de Tarancón y, como final de fiesta, la Copa del Mundo de Benidorm.
Es la hoja de ruta inmediata, pero que tendrá continuidad, pese a cambiar su vida de los estudios al ámbito laboral. “Estoy motivado”, resume Miguel Rodríguez, que tiene en su equipo cercano a su padre como mecánico. Lo acompaña desde hace una década y “así también lo saco de casa”, explica sobre el trabajo extra del progenitor a modo de broma. Y es que el mayor de los Rodríguez ejerce de apoyo en las carreras al ser el que se sitúa en los cambios de bicicleta y, además, es habitual conductor de la furgoneta en los viajes por España adelante. Un apoyo imprescindible en la competición para el de Ponteareas.
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