El ascenso condicionado del Lucena

Ajedrez

El club vigués de ajedrez acaba de subir a División de Honor, pero su presidente, Roberto Páramos, se plantea renunciar ante la falta de apoyos: “El mínimo para poder competir son 5.000 euros”

La familia del Lucena confía en poder competir al máximo nivel autonómico para que los pequeños tengan una referencia.
La familia del Lucena confía en poder competir al máximo nivel autonómico para que los pequeños tengan una referencia. | J.V. Landín

El Lucena es el club referencial de ajedrez en Vigo. Con casi 25 años de vida, ha recogido el testigo que hace varias décadas dejó el Marcote y nació derivado de la escuela Xadrez Galego dirigida por Roberto Páramos, de 53, en su día maestro internacional y candidato a gran maestro y ahora docente, escritor, editor y también presidente de la entidad desde su nacimiento. “Pero accidental, eh”, acierta a matizar. Un accidente que dura casi medio siglo. “Es que soy el patrocinador y por eso me proponen a mí”, apostilla con grandes dosis de ironía.

Pero tras las chanzas se esconde un contexto agridulce. El Lucena logró el pasado fin de semana en Narón el ascenso a la División de Honor, máxima categoría gallega que da derecho a jugar el Campeonato de España. Lo logró con un equipo formado al 100% por gente de la casa y al 50% con menores de 17 años, incluidos dos pequeños prodigios de 11 y 9. “Tú vas a ver grandes maestros del ajedrez en Vigo. Eso te lo garantizo yo”, proclama con rotundidad. Aunque esa alegría, que supone “un orgullo” para el presidente, también eleva los niveles de estrés y ansiedad de cara al futuro. “El mínimo para poder salir a competir con garantías de mantenernos es de 5.000 euros”, subraya Páramos en forma de SOS. “Me planteo renunciar”, añade con pesar, antes de lanzar una profecía: “Al final, los voy a acabar poniendo yo, aunque sea pidiendo un crédito”.

El mandatario tiene claro que necesita “dos o tres fichajes” para poder pelear por la permanencia con garantías. “En División de Honor hay, por lo menos, 20 maestros internacionales de varios países como Serbia, Rumanía, Cuba o Argentina. Nos va a apretar”, enfatiza Páramos, que vuelve a su llamada de socorro. “El club más pobre de la categoría es el de Pereiro de Aguiar, en Ourense. Es un municipio que no llega a 7.000 habitantes, pero que recibe 3.000 euros de su concello y diputación. Por eso tienen a tres ajedrecistas de Vigo jugando allí”, destaca.

La llamada de auxilio del Lucena va destinada a las instituciones. Desde el club afirman que el dinero que les “llega un día, se va al siguiente para pagar las inscripciones federativas exigidas” que exigen las competiciones. “Nos enfrentaremos a clubes que tienen de 10 a 30.000 euros de presupuesto. Yo tengo 0”, apostilla de una forma muy gráfica Páramos, que desvela que hace años que pide apoyo al Concello de Vigo. “Mi sede alquilada es de 90 metros”, explica Roberto, que desliza que su último rival, el Narón, dispone de un recinto de 120 metros cuadrados por el que no paga nada. “Tengo 20 equipos y hemos competido con cuatro. Solo pido una sede para alojarlos, material y que se haga un programa de ajedrez en la ciudad”, lamenta, al tiempo que dispara más datos. “Esta temporada me gasté 1.200 euros en tableros y relojes. Somos el único equipo de las grandes ciudades que compite con plástico”, concluye el presidente, sumido en la agridulce sensación de este ascenso condicionado.

“La gente está ilusionada diciendo que ahí vuelve Manolete; me empujan”

Tras el Club Lucena está la escuela Xadrez Galego, que bajo sus distintas plataformas —libros de texto, digitales, plataforma online y canal de YouTube— interactúa con miles de personas. Un ejemplo del enorme atractivo del ajedrez, aunque no sea para competir. “Al final, solo se federa un 10%”, destaca Roberto Páramos, que durante casi 25 años ha comandado la evolución de la familia del tablero. Por eso, conoce perfectamente todas las edades de este juego. La actual, se centra en el futuro. “Mateo Rey, actual campeón de Galicia sub-10, ganó una partida con 9 años. David Álvarez, con 11, debutó y jugó cinco o seis partidas. El otro día hizo tablas con un señor de 65 años. Diego Ibáñez. Otro genio. Acaba de cumplir 14”, enumera con orgullo. “Hacemos con la cantera como el Celta”, proclama.

Pero en ese futuro hay también un presente que vuelve desde el pasado. Roberto ha vuelto a competir. “Está la gente ilusionada diciendo que ahí vuelve Manolete”, bromea. “Llevo años retirado, pero estoy volviendo porque me están empujando. Y oye, aún voy ganando partidas”, explica.

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