El Valencia-Celta, un plato de cocido en verano

Las claves del empate a cero en Mestalla

Carl Starfelt trata de arrebatar el esférico a Pepelu en el partido de ayer ante el Valencia.
Carl Starfelt trata de arrebatar el esférico a Pepelu en el partido de ayer ante el Valencia.

De difícil digestión, pesado, como una buena fabada asturiana fuera de hora, como el cocido de la abuela dominical con chorizo picante, pero en verano. El partido entre el Valencia y el Celta ayer sirvió al equipo vigués para sumar un punto ‘nini’ porque no hubo casi nada que comentar. Si el equipo vigués venía de varios encuentros con mucho ataque y goles, también demasiados encajados, ayer pasó a la versión contraria. Ni opciones ni emoción.

El sistema consolidado

Parecen terminarse los experimentos y se consolida el 4-4-2 con Mingueza como interior de elaboración junto a Fran Beltrán y Luca de la Torre y el ataque para Bamba, en la izquierda, con Larsen y Aspas adelantados. Lo cierto es que en partidos precedentes este planteamiento sirvió para generar mucho peligro en el área rival. Ayer se causaron pocos problemas a un Valencia que defendió bien y atacó de forma deficiente, similar al Celta.

La presión, diferente perspectiva

No cambia la idea de los niveles de presión y menos ante un conjunto joven y con velocidad como el Valencia. El Celta esperó para tratar de salir casi todo el partido. Se protegió y le sirvió para conceder poco. La primera acción interior con peligro del equipo local llegó rozando el minuto 80. También es cierto que esperar limita las opciones de robo en campo contrario y, las pocas veces que lo intentó el equipo vigués, fue superado con facilidad.

La salida por Unai Núñez

Sí intentó el Valencia robar más arriba, sobre todo a partir de saques de portería del Celta, y casi todas esas acciones terminaron con Unai Núñez como escogido para dar el pase hacia adelante. Encontró a Larsen en un par de ocasiones en la primera mitad y, con el paso de los minutos, el esférico terminó en la grada más veces de las que se debería. El Celta, salvo con Mingueza, tiene poca fluidez en la medular.

La segunda unidad, un problema

Mucho se habló en estos primeros meses de competición de la tardanza de Rafa Benítez en hacer los cambios o el hecho de que no los agote. Ayer lo hizo y la bajada de rendimiento del equipo resultó notable. Salvo dos conducciones de Carles Pérez, el nivel colectivo bajó mucho con la marcha de Bamba y Larsen, en el primer turno, y Aspas, después.

Con intención, sin precisión

Dentro de los muchos problemas del Celta, no se puede decir que ayer no hubiese existido la intención de llegar y generar ocasiones. Eso existió, pero faltó fluidez en el juego colectivo, elaboración y, en algunos momentos, precisión en los últimos metros. Quizás porque el equipo trabajó más la contención. Eso sí lo consiguió al dejar la portería a cero y, ayudado por el rival, el partido resultó de digestión pesada. Indigesto.

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