El puesto cambiante de Óscar Mingueza
Mingueza ejerció de carrilero en defensa y de mediocentro organizador en la fase de ataque
Mingueza recordó ayer al futbolista orquesta del Celta. Ese defensa que no lo es, ese lateral que disfruta con el balón y el pase, pero sufre a la marca y a la carrera. Un futbolista diferente para lo bueno y para lo malo. En ocasiones desquicia lo sencillo que es superar su carril y, en otras, deslumbra por lo atípico y extraordinario de su fútbol.
Quizás porque jugar en el Santiago Bernabéu requiere soluciones fuera de lo común, Claudio Giráldez apostó ayer por una nueva versión de su defensa de cinco con carrileros. En la derecha, Carreira era lateral puro para tapar a Vinicius y Mbappé con ayudas de Javi Rodríguez y el correcaminos Pablo Durán y por la izquierda situó a Mingueza, que ejercía de carrilero-medicentro. En lugar de cabalgar por la banda, con el balón para el Celta, se metía hacia el medio para organizar al equipo desde ahí y, por supuesto, hacerlo con mucha más eficiencia que Miguel Román e Ilaix Moriba. El primero atendía más a las vigilancias y el segundo, a incorporarse al ataque. Por supuesto, el Real Madrid nunca ajustó este movimiento, que el equipo blanco no es una escuadra para adaptaciones tácticas, menos cuando van sobre la marcha.
Es cierto que por la banda tuvo su sufrimiento Mingueza, pese a que el Madrid no cargaba especialmente aquel costado. Algún desborde al que no llegó, algún uno para uno superado… Cuestiones varias, pero cada vez que llegó a la zona de ataque por el medio generó peligro y especialmente brillante fue el primer tanto del Celta. Enumeraba varias acciones seguidas por esa zona y la del tanto resultó definitiva. Ganó el balón, controló y dio el pase a Ilaix que generó toda la ventaja. Después, ejecutó el equipo el resto de la acción con suma precisión y un remate de calidad. Son esos aspectos en los que el catalán es diferencial, cuestiones de ser un lateral con alma de artista o un carrilero de toque fino. Un verso suelto para lo bueno, para lo que no lo es tanto y, en ocasiones, para lo extraordinario como ejercer de un carrilero-mediocentro.
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