Cuando lo previsible es un imprevisto

El Celta perdió ante el Espanyol en un partido con un guion esperado por ambos y aprovechado solo por uno

Marcos Alonso cabecea un balón rodeado de futbolistas del Espanyol durante el partido de ayer, disputado en el Municipal de Balaídos.
Marcos Alonso cabecea un balón rodeado de futbolistas del Espanyol durante el partido de ayer, disputado en el Municipal de Balaídos. | JV Landín

Ocho partidos seguidos sin perder, buen fútbol, ilusiones disparadas. Un choque en Balaídos, un recibimiento de la afición, un rival en la lucha por el descenso. Se daban todos los ingredientes para prever otra victoria del Celta. O no. Porque el Espanyol ejecutó su plan a la perfección para rascar un triunfo merecido que Fer López se empeñó en amenazar en unos encomiables minutos finales. Y también porque el refranero es sabio y ya se sabe que cuando más tranquilo estás, viene la muerte y ¡zas!

Al pasar de cierta edad, es usual cogerle el gusto a lo previsible. Que las cosas sucedan como se esperan otorga una paz mental recomendable desde que la incertidumbre pasa a convertirse en una emoción más negativa que positiva. Por eso, el partido transcurrió fiel al guion imaginado por ambos entrenadores. El equipo celeste gobernaba con balón, en un péndulo hipnótico de lado a lado que hacía correr los segundos pero no terminaba de marcar las horas. Buenas circulaciones pero malos últimos pases ante un Espanyol bien pertrechado, que igual que la UD Las Palmas mutó de dibujo para replicar el del Celta y jugar con tres centrales y que, como el conjunto canario, eligió defender primero la portería de Marcador para privar a los locales del arrebato de la grada en el segundo acto.

Pero, igual que la mente madura disfruta de las certezas, el corazón se sigue acelerando con lo imprevisible. Para lo bueno y para lo malo. De ahí que ese pinchazo de Starfelt hiciera torcer morros y poner tiesas orejas. Claudio señaló a Carlos Domínguez por delante de Jailson y la dinámica continuó. Inalterable en un vistazo somero, pero cambiante en una observación certera. Porque el Espanyol detectó que el juego directo sobre el sector derecho de la defensa del Celta era todo el maná ofensivo que necesitaba. Hasta tres acciones con Puado y Carlos Romero sirvieron de advertencia. Un se veía venir que tanto gusta a los agoreros. Por eso, la conexión entre ambos, con un delicioso taconazo del defensor valenciano para limpiar la segunda línea céltica, resultó mortal. El capitán perico recibió, condujo con calidad y potencia para filtrar un balón perfecto a la espalda de Marcos Alonso, donde Roberto Fernández apareció para marcar. El delantero andaluz, que amargó la vida al Fortuna en el play-off de ascenso del año pasado, se convirtió, unos cuantos meses después, en el arruinador de alegrías de los mayores.

Era otro futbolista que también estuvo en esa promoción, Pablo Durán, el que tiraba del equipo local hacia adelante. Varias buenas presiones suyas depararon un par de robos y los consiguientes amagos de ocasión. Nada serio. Ni Alfon, ni Aspas ni el propio tomiñés encontraban el camino a la portería. Así, con el partido parado unos minutos por una indisposición en la grada, concluyó una primera mitad que prometía fertilidad y acabó estéril.

Necesitaba el conjunto celeste remediar el efecto gaseosa para acometer su enésima remontada. No había nerviosismo de ningún tipo porque el equipo vigués ha acostumbrado a su gente a que encajar primero significa ganar después. Aunque claro, no hay verdades absolutas. O sí. Porque hasta un Aspas lejos de su prime, que dirían los modernos, es garantía de peligro. Porque, ahora al estilo rancio, un poco de Iago es mucho. El morracense se conectó y los demás tras él, como es previsible. Imprevisible fue un taconazo en la frontal que Pablo Durán remató demasiado flojo. Joan García blocó en la primera de sus intervenciones, en una demostración de por qué es uno de los mejores porteros de la Liga. Sino el mejor. El propio moañés lo probó con la derecha. El arquero catalán voló para enviar a córner.

Y en medio de ese dominio, un rumor en el viento a modo de oráculo anunciaba la fatalidad. Carlos Domínguez se despistó para convertir un balón largo inofensivo en un mano a mano con Guaita de Roberto, que aprovechó la coyuntura y marcó sin complicaciones. Demasiado sencillo.

Justo antes, Claudio había meneado el banquillo para agitar el manzano. Un movimiento que parecía erróneo por el momento de Aspas, se convirtió en acertado por el nivel de Fer López. El canterano aunó carácter a su más que testada calidad y tiró del carro. Después de un intento de Alfon desbaratado nuevamente por Joan García, el vigués entró en escena con un zurdazo que escupió el larguero. Poco después, remató arriba un servicio de Ilaix desde la izquierda. Seco. Así se quedó el Celta, que llevaba sin quedarse a cero en Balaídos desde el 26 de septiembre. Lo que sucede cuando lo previsible es un imprevisto.

Celta 0-2 Espanyol

Celta: Vicente Guaita; Javi Rodríguez (Jailson, min. 62), Carl Starfelt (Carlos Domínguez, min. 15), Marcos Alonso; Sergio Carreira (Williot Swedberg, min. 71), Fran Beltrán, Hugo Sotelo (Ilaix Moriba, min. 46), Óscar Mingueza; Iago Aspas (Fer López, min. 62), Alfon González y Pablo Durán.

Espanyol: Joan García; Antoniui Roca (Jofre Carreras, min. 64), Omar El Hilali, Marash Kumbulla, Leandro Cabrera, Carlos Romero; Urko González, Pol Lozano (Alex Kral, min. 46), Edu Expósito (Pere Milla, min. 74), Javi Puado (Fernando Calero, min. 82); y Roberto Fernández (Walid Cheddira, min. 82).

Goles: 0-1, min. 28: Roberto Fernández; 0-2, min. 63: Roberto Fernández.

Árbitro: Busquets Ferrer. Amarillas para los locales Javi Rodríguez y Jailson y a los visitantes Pol Lozano y Javi Puado

Incidencias: Balaídos. 19.801 espectadores.

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