Fiasco total del Celta en Leganés

El Celta se pasa de tranquilidad y paga sus errores para salir goleado de Leganés en una dosis de realidad

Publicado: 28 oct 2024 - 09:15 Actualizado: 28 oct 2024 - 16:15

El céltico Iago Aspas, por el suelo en un lance del encuentro en Butarque.
El céltico Iago Aspas, por el suelo en un lance del encuentro en Butarque.

Quien más propone asume una responsabilidad. Quien quiere el balón debe apandar con su condición de esférico. Quien apuesta por la posesión tiene que tener en cuenta que tiene más tiempo para cometer errores. A veces, lo que buscas se vuelve en tu contra. Ayer, el Celta sufrió una bofetada. Contundente, precisa. No basta con tenerla más ni con tirar más a la portería rival. No es suficiente. La concentración constante es condición imprescindible. Y ahí ganó el partido el Leganés. Una derrota para bajar al suelo y para meterse, por primera vez en la temporada, en la segunda mitad de la clasificación. Como diría Ancelotti, no hay que quemarlo todo. Pero sí se deben tener en cuenta las señales.

Llegaba el Celta tranquilo a Butarque. Satisfecho. Rodeado de buenas noticias que se bastaban para paliar derrotas inmerecidas como la del Real Madrid. Tal era la serenidad, que hasta dio la impresión de que Claudio Giráldez, su entrenador, era previsible por primera vez. No sorprendió en el once inicial. Nada extraño, pues el equipo venía jugando bien. Pero sí una señal de calma. Por su parte, el Leganés, como tantos, apostaba por igualar el sistema celeste con tres centrales, dos de ellos los ex célticos Jorge Sáenz y Renato Tapia.

Tampoco sorprendió cómo empezó a desarrollarse el partido. El Celta con la posesión y el Leganés con un fútbol más directo y demostrando sus grandes condiciones defensivas en campo propio. Lo peor de los célticos era que no estaba ni preciso ni rápido en la circulación. Lo que restaba muchísimo sus opciones de sorprender a Dmitrovic. Y empezó una constante durante todo el partido: los disparos a portería, que los hubo de manera regular, llegaban desde el borde o desde fuera del área. Y en todas las ocasiones, siempre colaborando con el el meta local en cuanto a fuerza y colocación. Borja Iglesias se multiplicaba como referencia pero siempre de espaldas, mientras Aspas y Bamba, con intención siempre de romper a base de primeros toques, encontraban menos huecos en un fútbol demasiado sendo. El Leganés no dejaba encarar su portería más que de lejos.

No sufría nada el Celta atrás. Otra engañifa de tranquilidad. Porque al Leganés no le funcionaban los balones largos hacia Haller, perfectamente controlado. Y los escasos centros laterales de la primera mitad no hallaban rematador. Claro que faltaban cosas. Básicamente, velocidad de balón y contundencia en el remate. Pero el partido estaba donde quería el conjunto celeste. Claro que también se parecía mucho al que deseaba el Leganés.

No hubo sustituciones en el descanso, otro síntoma de tranquilidad. Sí nuevas indicaciones que parecieron espolear al bloque céltico. Hugo Sotelo apareció más con balón y empezó a encontrar pases entre líneas. Y el Celta crecía en juego y en llegadas. Ahora sí pisaba área local y parecía ir ensayando en cada acción la definitiva para abrir el marcador. El dominio era tal que Borja Jiménez, técnico local, apenas dejó pasar ocho minutos tras el descanso para realizar dos cambios. Salieron De la Fuente y Brasanac, que acabarían por ser determinantes.

Nada se salía de los límites de la tranquilidad celeste. Hasta que un error en el centro del campo propició el primer tanto local. Marcos Alonso se enredó y el Leganés dio una lección de concentración para aprovecharlo. Ya había apuntado que no renunciaba a cargar el área celeste, aunque hasta entonces para nada. Pero Diego García abrió el marcador y la serenidad céltica se diluyó. No fue un derrumbe, más bien un resbalón continuo.

Claudio Giráldez reaccionó con tres cambios: Douvikas y Swedberg para dar remate y piernas en ataque y Damián para ordenar el centro del campo. Fue un cuarto de hora en el que se esperaba la reacción céltica. No la hubo, pese a la zancada del joven sueco. Todo el control y tranquilidad previos se volvieron precipitación. Y el Leganés, ya con el viento a favor, esperó un nuevo error. Lo hubo para que De la Fuente y Brasanac fabricasen el 2-0 en el minuto 77.

Desconexión total

Ya no hubo más porque el Celta, por primera vez en lo que va de temporada, se desconectó del partido. La mala conciencia pesaba demasiado, más cuando se encajó un tercer tanto en un centro lateral pésimamente defendido tras desordenarse las marcas.

La bofetada debe dejar la cara sonrojada unos cuantos días. Al menos, hasta el próximo duelo liguero. Sin hacer sangre pero rompiendo el halo de tranquilidad que amuerma. Un aviso.

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