El Celta naufraga ante el Espanyol

Espanyol - Celta

Cae ante el Espanyol (3-1) en un mal partido y encaja otra vez tres goles. Aspas marcó de penalti el único tanto celeste Págs. 34-37

Publicado: 01 dic 2024 - 09:35 Actualizado: 02 dic 2024 - 08:15

Justin Smith y el céltico Óscar Mingueza, quien forzó el penalti que anotó Aspas, persiguen un balón.
Justin Smith y el céltico Óscar Mingueza, quien forzó el penalti que anotó Aspas, persiguen un balón.

La vida es lo que pasa cuando estás haciendo planes. Y al Celta ayer la vida le ganó. Porque el Espanyol, menos ordenado y menos seguro de sí mismo, hizo daño mientras el rondo celeste apenas arañaba. Lejos de Balaídos, se encaja mucho y se marca poco.

El Celta asumió ayer el papel de controlador aéreo. Tener todo en la cabeza para planificar al milímetro, sin posibilidad de error, las operaciones a realizar sobre el terreno de juego. Un sistema claro, con variantes especialmente preparadas para esta jornada, y la traslación física de buena parte de lo ideado. Un entramado táctico que buscaba, de entrada, sorprender y, a continuación, desconcertar. Pero la innegable trascendencia de lo teórico se difumina cuando no hace sangre. Amor no es literatura si no se puede escribir en la piel. Y el Espanyol, famélico, desnortado, sin fe en lo ideado, lo apostó todo a refugiarse de los ataques teóricos y esperar un arranque visceral muy práctico.

Ante el Barcelona, Claudio Giráldez demostró su riqueza táctica. Y ayer lo volvió a hacer de salida en Cornellá. Otro giro más, con Moriba y Mingueza ejerciendo de acompañantes de Damián en el centro del campo cada uno por un lado, mientras Bamba asumía el carril derecho y Hugo Álvarez el izquierdo. Una nueva manera de colocarse que incluía una nueva manera de mover el balón. Al Espanyol le sorprendió el dibujo rival, pero tampoco es que esté ahora mismo para detenerse demasiado en cuestiones tácticas. A base de gritos, Manolo González reordenó a los suyos para que, aunque el conjunto vigués dominase, no encontrase la manera de hacer daño. De hecho, el control céltico, que lo hubo y notorio, apenas propició una bella combinación entre Aspas, Mingueza y el ubicuo Javi Rodríguez, que apareció en el área para realizar un golpeo a medio camino entre tiro a puerta y centro que salió desviado.

En lo carnal, eso fue todo. Incluso el Espanyol logró arañar más con una ocasión desperdiciada por Jofre. Mientras, el conjunto barcelonés encontró la manera de tapar a Moriba y Mingueza y, a la media hora, el Celta se decidió a variar de nuevo, dejando a Mingueza caer a la banda. Un pase largo suyo buscando el desmarque de Douvikas, demasiado ajeno al juego, fue el preludio de un saque de esquina, el único a favor de los célticos en la primera parte. Menos mal. Porque, de nuevo, el bloque celeste tiró de escuadra y cartabón para dibujar una ejecución al pie que no salió como se había imaginado. De hecho, propició una carrera si freno de Cardona, que se plantó al borde del área celeste y batió de un derechazo a Guaita. El castillo de naipes táctico, más que valorable, se fue al traste con una carrera de área a área por el centro y un golpeo lejano. Más simple, más rústico. Menos cosmopolita.

Dolió el gol porque no estaba previsto. Y porque cogió al equipo retocando la idea. El plan inicial se había variado mientras la vida recordaba que es lo que pasa cuando estás ocupado haciendo planes. Había balón. No había ritmo. Si no golpeas a un equipo frágil, éste va ganando en solidez.

El descanso le permitió a Claudio Giráldez dar otro giro más. Douvikas dejó su puesto de nueve a Borja Iglesias y Hugo Álvarez el suyo de carrilero por la izquierda a Jonathan Bamba, para que Williot Swedberg entrase al campo. Para el internacional costamarfileño, era su tercer puesto sobre el campo. Y la readaptación al último estuvo a punto de castigarlo Jofre nada más comenzar la segunda parte.

La cuestión es que la presencia de Swedberg sí pareció dar picante a un ataque, hasta entonces, demasiado masticado. Moriba golpeó desde fuera para romper el cristal ajeno. Pero Jofre hizo lo propio para obligar a Guaita a aparecer y despejar a saque de esquina. Otro. Esta vez en la portería rival. Con el mismo final. Porque el Celta no defendió bien el cabezazo inicial y el rebote lo aprovechó Cabrera para marcar. De nuevo, el plan, bueno, desbaratado.

Le costó al Celta recuperarse del segundo golpe. Lo fue haciendo poco a poco. Con un saque de esquina, para sacar el meigallo. Y, ya con Sotelo dentro, empezando a encerrar al Espanyol a base de circular el balón. Aparecieron Alfon y Manquillo. Mingueza se inventó regates para provocar un penalti y Aspas dio esperanza en el minuto 82. Fue un mero espejismo. Porque ningún plan le salía al conjunto vigués ayer. Cuando se disponía a lanzarse a por el empate, un balón suelto en el centro del campo se lo mandó Puado en profundidad hacia la carrera de Cheddira. Otra carrera casi de campo a campo para sentenciar.

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