El Celta Fortuna pierde en Málaga y se queda sin ascenso
Play off de ascenso a Segunda
El filial del Celta pagó muy caros sus propios errores y cayó eliminado del play-off frente a un agresivo Málaga, que se llevó la victoria con un gol en el 88
Ya decía Ana Torroja que una rosa es un rosario. En este caso, una Rosaleda. Porque el campo del Málaga y la segunda parte del encuentro de ayer fue un calvario para el Celta Fortuna. Los errores individuales de Ruly y Yoel fueron la espina que dañó al filial céltico. La intensidad del equipo local y su ‘otro fútbol’ permitido por el árbitro, unido al bajón físico y futbolístico visitante, lo marchitó. Todo tras una sensacional primera mitad en la que el bloque de Fredi se adelantó por medio de Alfon. Pero un gol al poco de volver del vestuario y otro al borde del final, ambos de Roberto, acabaron con la andadura del Fortuna, pero no con su extraordinaria temporada.
La puesta en escena del Málaga era un examen de selectividad para la madurez de los futbolistas del Celta B. Aprobado y con nota. Apenas cinco minutos de empuje y una llegada más amenazante por el bullicio de la grada que por su peligrosidad. A partir de ahí, el partido fue un monólogo y Damián su gobernador. El mediocentro de Ponteareas manejó la pelota, colocó a sus compañeros y acompasó la presión. Colosal. Bajo su batuta, el Fortuna juntaba pases en el sector derecho para superpoblar la zona. Eso despejaba el otro lado para un Alfon juguetón desde el comienzo. Daba igual si la tenía el filial céltico o el equipo costasoleño.
El juego estático estaba en un lado; el picante, en el otro. De este modo, un robo visitante, un pase corto a Damián y un balón profundo y medido hacia la carrera del Don Quijote celeste. En lugar de lanza, el manchego sacó una aguja en esta ocasión. Primero para tejerle un traje a Nélson Monte, con caño incluido. Luego, para picar la portería local.
El tanto fue un directo al mentón del Málaga. El conjunto costasoleño apenas se tenía en pie en unos minutos ideales para resolver. Alfon seguía martirizando a Nélson Monte, pero esta vez sin atinar. El manchego no acertó en dos situaciones claras, una de ellas desbaratada por el meta Herrero tras una contra bien llevada por Pablo Durán tras un nuevo robo de Damián.
La reacción local llegó a base de agresividad. Atrás, el propio Nélson Monte, desbordado; en el medio, Manu Molina -incomprensiblemente, se fue sin amonestar-; tras ellos, todo el equipo. El Málaga coleccionó patadas, agarrones, empujones y recados en cada balón dividido. Hasta el descanso, los visitantes lo manejaron con serenidad. A la vuelta, la cosa cambió.
Y no fue lo único. De hecho, el decorado varió radicalmente. Pellicer metió orden atrás con Einar en lugar de Monte y desequilibrio delante con Kevin por un desdibujado Ferreiro. Los locales empezaron a apretar. La grada empezó a apretar. La situación empezó a apretar. Más aún cuando Joel, que estaba secando a Larrubia, abandonó el partido lesionado. Así hasta que llegó el error. En un primer centro, Ruly ya sacó los puños en lugar de blocar. El conjunto costasoleño insistió en lo mismo. El portero leonés también insistió en no blocar. Esta vez, la pelota quedó muerta, Molina cortó el despeje de Javi Rueda y Roberto marcó a placer.
El cambio del juego ya era también el del resultado. Y el Málaga insistió con lo mismo. La intensidad y la agresividad local seguía haciendo daño. Del figurado y del literal. El filial, cada vez más desgastado, tenía problemas para salir a la contra. Alfon estaba pagando la repetición de esfuerzos en la primera mitad.
Fredi Álvarez reaccionó con De la Iglesia y Fer López. Más piernas para responder al alubión malacitano. Tuvo entonces su momento el filial. Pero, a diferencia de en el primer acto, las decisiones con balón no eran tan acertadas ni las presiones tras pérdida tan precisas. Solo le quedaba un cambio al técnico morracense y tuvo que hacerlo por necesidad porque Javi Rodríguez dijo basta. Gael entró en su lugar.
El partido entraba entonces en esa fase tan indefinida en la que se entremezcla el deseo de alcanzar la prórroga con la espera de un error que lo cambie todo. Desgraciadamente para el Fortuna, ese fallo volvió a ser propio. Además del que, probablemente, fue el defensor más seguro durante toda la temporada. Yoel se lanzó en plancha para despejar de cabeza, pero un error de cálculo hizo que la pelota saliera despedida hacia atrás. Roberto, un castigo permanente para el filial durante toda la eliminatoria, volvió a exhibir olfato para superar a un Ruly sin opciones. Era el minuto 88 y fue el mazazo definitivo.
Y si quedaba alguna duda de ello, el ‘otro fútbol’ alcanzó su máximo esplendor en el tiempo de descuento. El Málaga justificó la fama de los equipos andaluces en los play-offs y convirtió seis minutos de añadido en dos de juego efectivo. Y eso que el árbitro añadió casi otros dos más. Cortes de juego, simulaciones -merecedora de un Óscar fue la del portero Herrero-, roces, amagos de tánganas -la posterior al pitido final no fue un amago-. Incluso el preparador físico local poniéndose delante de Javi Rueda para que no sacase de banda. Muy edificante. Así, sin siquiera un ‘uy’ que llevarse a la boca, acabó el partido, la eliminatoria y la temporada del Fortuna. Donde debía florecer, acabó por marchitarse. Al final va a ser cierto que una rosa -o una Rosaleda- es un rosario.
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