El Celta aprende a competir
El equipo de Giráldez se adaptó al rocoso partido que le propuso el Getafe
Los buenos equipos son aquellos que, incluso en los días en los que no están brillantes, son capaces de competir, de estar en los partidos y de, incluso, ganar. No siempre ha sido capaz de ello el Celta. Sin embargo, el equipo de Giráldez se adaptó ayer al rocoso partido que le propuso el Getafe. Y, aunque a veces no leyó el choque todo lo bien que requerían algunas situaciones, se defendió bien con y sin balón para adjudicarse los tres puntos contra un equipo visitante con diez.
La solución del juego directo
Los primeros compases del partido dejaron ver a un Celta poco común. Obligado por la presión alta del Getafe, muy intensa, el conjunto de Claudio Giráldez salía directamente sobre Douvikas, con envíos de los centrales -e incluso de Guaita- que se saltaban una línea para conectar con el griego, capaz de ganarle muchos duelos a la retaguardia del Getafe. El gol del delantero de Argos no modificó demasiado el decorado. Incluso lo intensificó. Al equipo vigués le estaba costando hilvanar.
Transiciones a punto de culminar
Cuando los locales conectaban con Sotelo, pasaban cosas. Y casi siempre positivas. Superar la primera línea de presión del Getafe era sinónimo de metros y metros de campo para correr. El mediocentro vigués limpió varias veces la jugada hacia el siguiente sector. El problema es que varias imprecisiones de Douvikas, Bamba, Ristic e, incluso, de Aspas evitaron que el cuadro céltico encontrase más ocasiones.
El Getafe cambia, el Celta mejora
En vista de que perdía a Djené por lesión, Bordalás aprovechó la ventana para hacer otro cambio. Aparte del central Berrocal, entró al campo Álvaro por el amonestado Aberdin. Delantero centro por mediocentro. El canterano del Madrid formó doble punta con Uche para un 4-4-2 más clásico. Lejos de provocar la mejoría del Getafe, propició la del Celta. Los de Giráldez superaban la presión con más fluidez y juntaban muchos más pases dentro. El centro del campo ganó protagonismo y, aunque no logró ocasiones remarcables, el equipo vigués ganó mucho más control con la pelota y, por extensión, redujo las posibilidades de centro lateral de los madrileños.
Luz de Moaña para el atasco
A la vuelta del vestuario, al Celta volvió a costarle mantener la pelota. Lógicamente, el Getafe hacía bien su trabajo, pero en algunos momentos se echaba en falta algo de calma. Y, cuando hace falta iluminar, no hay mejor luz que Iago Aspas. El moañés apareció por todo el frente de ataque para dar soluciones a todos sus compañeros.
La roja y las cuatro esquinas
La expulsión de Berrocal marcó el choque. A partir de ahí, el Celta dominó con claridad y solo le faltó el acierto. Luego se defendió con la pelota a base de pases. Y aunque cayó en alguna precipitación innercesaria, pudo cerrar el partido.
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