Gabri Veiga y Miguel Rodríguez, dos apuestas y dos caminos

En fútbol, las nuevas etapas empiezan con las pretemporadas. La del Celta ya está en camino y la de su filial lo estará próximamente. Y en este último equipo, que debutará en la nueva Primera Federación, competirán Gabri Veiga y Miguel Rodríguez. El primero volará hoy con el primer equipo a Marbella. El segundo está a la espera del arranque del segundo. Con el permiso de Carlos Domínguez, ambos, con contratos hasta 2024, fueron las últimas irrupciones de la cantera céltica en el primer equipo, a comienzos del curso pasado, con Óscar García Junyent en el banquillo. Desde entonces, han vivido trayectorias similares por momentos -no solo vieron frenada su participación con arriba con Coudet, sino que les costó participar con Onésimo-., que luego se han diferenciado.

El centrocampista porriñés acabó el curso convenciendo al técnico pucelano. Además, lo cerró jugando cuatro minutos ante el Betis en la última jornada de Primera. Ese buen sabor de boca ha servido para que Coudet cite para hacer la pretemporada a un futbolista con una madurez impropia de su edad -la 2021/22 será su primer curso como sénior-. Tanto entrenadores como club están satisfechos y esperanzados con el jugador, pero también tienen claro que no hay que tener prisa. El objetivo para Gabri esta temporada debe ser asentarse como titular en el Celta B y, a partir de ahí, ayudar al primer equipo cuando se le requiera. Tiene contrato hasta 2024 con un corte en 2023. Es decir, que en dos años el club vigués debe decidir si lo sube definitivamente o lo deja libre.

Cuando tienen jugadores internacionales, los clubes viven lo partidos de sus selecciones con una mezcla de orgullo interesado y miedo. Porque los futbolistas pueden revalorizarse pero también corren el riesgo de lesionarse. Esto último le sucedió en la madrugada del viernes al sábado a Renato Tapia, que tuvo que dejar el campo en el minuto 20 en la que acabó siendo una derrota de Perú ante Colombia en la pelea por la tercera plaza de la Copa América. El centrocampista, como tantas veces ha hecho en el Celta, frenó un ataque en uno de los laterales de su área pero, nada más recuperar el balón, se dio cuenta de que se había lesionado, lo echó fuera y se tiró al suelo.

Los gestos de Tapia apuntan a un problema muscular en la parte posterior de uno de sus muslos. Su desesperación por tener que dejar el campo hizo temer lo peor pero, a falta de confirmación, no parece que el problema vaya más allá. Claro que de haberse producido una rotura importante comprometería el descanso del jugador, que todavía no había puesto punto y final la pasada temporada, y afectaría a sus primeras semanas de trabajo en el Celta, complicando sobremanera su presencia en el arranque liguero. Es bien sabido que Tapia es pieza básica en el esquema del entrenador celeste, Eduardo Coudet, quien precisa de un pivote que sostenga un dibujo con cinco futbolistas de carácter ofensivo.

El caso del atacante redondelano es distinto porque no acabó el curso con buenas sensaciones. Miguel, que sigue siendo juvenil, ha generado unas expectativas tremendas en el club por su fabuloso rendimiento en las categorías de base. Pero, debido a su juventud y como ha pasado en tantas ocasiones, ha experimentado dificultades de adaptación al fútbol sénior. No obstante, tanto el jugador como su entorno están muy tranquilos y confían en que, haciendo la pretemporada a las órdenes de Onésimo, adaptándose a lo que le pide y trabajando duro, podrá encontrar su espacio en el Celta B. Su contrato finaliza en 2024 sin corte o cláusula de primer equipo de ningún tipo, tiempo suficiente para evolucionar hasta convertirse en el gran jugador que se espera.

Renato Tapia se lesionó con Perú