Antonio Chaves, ni mentado y Luís Campos, en tela de juicio
El hombre fuerte de Carlos Mouriño dejó el club hace seis meses y ya es pasado remoto
Aunque la continuidad en la presidencia es netamente fluida por natural y familiar, sí que existe ruptura con el pasado reciente del Celta en el nuevo Celta de Marián Mouriño. En la junta de accionistas del pasado martes se pudieron apreciar unas cuantas, aunque ninguna tan representativa como la ausencia total de mención alguna a la persona por la que todo pasaba en el club hasta el pasado mes de junio, el exdirector general Antonio Chaves.
Él era el interlocutor válido para cualquier tema, deportivo o no deportivo, que tocase al Celta. Y su relación de cercanía con el presidente, Carlos Mouriño, era máxima. Pero las heridas que ha dejado su abrupta salida, si no sangrantes sí han necesitado de sutura. Y seguirán necesitándolo durante un tiempo. En ese proyecto que, lógicamente, defendió el presidente saliente en su despedida, Antonio Chaves fue pieza clave para lo bueno y para lo malo. Pero ni en ese momento ni en la presentación de unas cuentas del pasado ejercicio que todavía eran de su incumbencia, salió a colación el nombre. En apenas seis meses, de ser clave a ser pasado, si no molesto, poco deseable de recordar.
Sí es muy presente todavía Luís Campos, el director deportivo externo. Una figura que, ya de manera pública, la nueva presidenta consideró como una herencia que habrá que revisar. Como poco. De hecho, adelantó que se trabaja en un nuevo organigrama deportivo en el que no parece tener mucha cabida el técnico luso, que está cargando con las culpas del diseño de las plantillas de las dos últimas temporadas y con la sensación de abandono por su ausencia física, por otra parte ya asumida desde el momento en que se le contrató.
A todo esto, a Campos nadie lo nombró, ni tan siquiera su hombre en Vigo, Juan Carlos Calero, hasta que surgió en el turno de ruegos y preguntas. Entonces, nadie lo defendió.
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