La afición del Celta lo dio todo a cambio de nada

La espléndida previa caducó rápido ante la aceptación final

Publicado: 24 ene 2024 - 09:09 Actualizado: 24 ene 2024 - 09:12

El autobús del Celta llega aclamado por un  gran recibimiento de la afición.
El autobús del Celta llega aclamado por un gran recibimiento de la afición.

La fiesta se quedó en los preliminares. Positivos, incluso espectaculares por momentos, pero preliminares. Porque todas las bengalas se apagaron de golpe con el gol de Mikel Oyarzabal -el octavo que le marca al Celta, su rival preferido junto al Athletic- en el segundo minuto de juego. La fe tan pulcramente forjada en los días y las horas previas, soñando con un pase a semifinales, empezó a deshacerse tras el golpe de realidad.

Una pena, realmente, porque el ánimo era de calado. El recibimiento, pese a perder el calor de la cercanía de Fragoso, fue al menos tan sentido y tan ruidoso. Tanto antes como después de la calle Olímpico, el autobús del equipo se encontró con el empuje de un celtismo que agarra cada caramelo con el ansia de un niño, cansado de tanto y tanto sabor agrio.

Con la posibilidad de hacer del centenario algo histórico dentro del campo sobrevolando, la noche se prestaba para soñar despierto. Lástima del latoso despertador que, con estruendo, sacó a la afición celeste de su ensoñación y la devolvió a una realidad no fea, pero sí manida. La rutina.

Claro que se rebeló la grada contra el destino. Precisamente porque el marcador se lo permitía. Y hubo leves momentos, escasos y hasta tenues, en que el empate pareció posible. Becker golpeó de nuevo el entramado anímico, que intentó reconstruirse al final sobre los hombros de Aspas, Larsen y Luca. Y, al final, no hubo enfado con el equipo, sino aceptación de la realidad. Ni los sueños son siempre bonitos.

La oportunidad de brillar en el centenario se desvaneció.
La oportunidad de brillar en el centenario se desvaneció.

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