Atlántico
La vivienda y los mayores de 40 años
No se trata de ampliar el número de actividades lúdicas (de ocio) en torno al grave problema del sin hogar, para que el ciudadano se divierta y lo pase bien exhibiéndose en la pasarela de la vanidad. Pero lo que hemos visto estos días, eso... no es integración social. Dichas personas también tiene que tener sus necesidades a cubierto. O, al menos, enseñarles a que las puedan subsanar mediante las normas al uso de inserción social laboral. En este país hay ONGs que se ponen muy contentas por el hecho de asisitir a estos eventos, que incluso recogen a los sin techo de noche en sus furgonetas itinerantes. A veces algunos de esos centros (con todo el respeto) les dan trabajo y empleo en sus instalaciones como personal voluntario. Sin embargo el voluntariado es una acción muy distinta que en la persona no integrada pudiera interpretarse (así lo percibo) como trabajo precario (cuando menos) y tal vez explotación laboral. Por lo tanto, no tiene que ver con el espíritu altruista que preconiza.
No confundamos: el sin techo no insertado indefectiblemente volverá a la calle y el sistema de vida se reinicia constantemente. Y lo afirmo porque ingenuamente puede haber individuos que digan: Mira... estoy viviendo en la calle, y si ayudo en los comedores sociales me dan de comer, cama, ropa y ducha (eso ya se hacía en EEUU en el siglo XVI) y tal vez algún día tenga la vida resuelta. Y es un error monumental porque cuando no conviene se le echa de nuevo en la calle impidiéndole volver a caminar en una sociedad de derechos. Y por eso es importante que nuestra Administración lo asuma: el desarraigo y la indefensión en que se encuentra la gente sin techo, está dando lugar a hechos tan poco prosaicos como dejar la vida en la calle dando cuenta de lo que es tristemente notorio: un grave déficit de Servicios sociales.
LUIS ENRIQUE VEIGA RODRÍGUEZ.
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