Atlántico
Gaza: ¿Olvidada?
Se hace necesario por tanto, y creo que es un acierto que la Iglesia, por intermediación del Espíritu Santo, haya elegido con sabiduría a un papa o guía inteligente, pero a la vez humilde; pobre, pero a la vez digno; experimentado en la lucha de la vida, pero también a la vez sencillo. Todo ello por tanto nos sitúa en un nuevo paradigma, como punto de apoyo para renovar y alentar la Iglesia.
La función de la Iglesia es velar por las almas, ciertamente, pero también lo es practicar y llevar a cabo los mandatos evangélicos, practicar la caridad y el amor. Una Iglesia por tanto que viva inserta en el camino espiritual cuyo centro es Cristo, pero que a la vez sea un camino, una usina de luz y fraternidad. También puede y debe de ser una llamada a la Esperanza. Porque si al final del sendero, cuando retornemos a la casa del Padre, nuestros manos estuviesen vacías ¿entonces qué vamos a responder? Señor yo no sabía nada, del hermano tal, o del pobre cuál?
El papa, pero cualquier creyente también, estamos llamados a servir a la humanidad, y creo que este es o debe de ser, pese a los errores, el mayor milagro y don de todos, una actitud de entrega y de servicio, que debe a la vez corresponder con la vivencia de la caridad fraterna, con expandir el mensaje de Cristo a toda la tierra: 'En esto conocerán que sois mis discípulos, si os tenéis verdadero amor los unos a los otros'.
Esperemos que la Iglesia derribe los muros de la ignorancia, del prejuicio, o de tradiciones erróneas, que impiden a la misma brillar como una luz de vida, entrega, de servicio y amor a la doliente humanidad. A la tarde nos examinarán en el amor.
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