María San Gil

Asesinaron a Gregorio Ordóñez delante de sus ojos, y no dudó en seguir defendiendo la libertad de todos, en una ingrata tarea que la ha llevado a vivir siempre con escolta, temiendo por su familia, sufriendo amenazas, agresiones e insultos, como los de hace unos meses en Santiago. Su valentía, su honradez, su ausencia de ambiciones personales y su idealismo representan al partido que muchos hemos apoyado, convocatoria tras convocatoria... hasta ahora.

Porque si el PP no va a defender la idea de una España en la que todos tengamos los mismos derechos y deberes, sin privilegios de nadie. Si no va a defender la libertad de los padres para decidir la educación de sus hijos, sin Educación para la Ciudadanía, y apoyando el cheque escolar y el uso de la lengua materna (incluida el español) por todos los niños. Si este PP va a despojarse de las pocas ideas que le quedaban (algunas del humanismo cristiano y del liberalismo), para ser otro partido distinto, como ha afirmado claramente Lassalle. Entonces, es que han perdido el norte, y perderán algo más: los votos de muchos que les hemos sido fieles mientras pensábamos que ellos eran fieles a sus principios. Lo terrible es que, al final, perderemos todos.