Atlántico
Gaza: ¿Olvidada?
Soy hijo de la inmersión lingüística. Estudié en catalán y alguna que otra asignatura en castellano. Hablo y escribo correctamente una y otra lengua. Y no pasa nada. Entiendo perfectamente las diferencias políticas e ideológicas y estoy a favor de la confrontación pacífica y dialogada de cualquier idea. Es más: considero que esa pluralidad es la que nos hace fuertes como sociedad democrática. Es por ello que pido que la lengua no se convierta en arma arrojadiza de políticos y tribunales. Y menos en el ámbito educativo, ya que además de empobrecernos culturalmente, estamos obligando a nuestros jóvenes a crecer en un clima de permanente crispación.
Si en Cataluña los índices de conocimiento del castellano fueran inaceptables entendería perfectamente (aunque no compartiese sus ideas) a aquellos que piden que el catalán reduzca su presencia en las aulas. Pero no es así, y los resultados de nivel educativo lo corroboran. Entonces, ¿por qué estar en contra de la riqueza lingüística? A mí me encantaría que mis hijos aprendieran castellano, catalán, inglés e incluso gallego. De verdad que no entiendo el oscuro motivo de usar la lengua como recurso para imponer ideas. Para ello ya existe la política, los parlamentos y las urnas. ¿Qué tiene que ver todo esto con la formación educativa de aquellos que representan el futuro de nuestra sociedad?
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