Atlántico
Gaza: ¿Olvidada?
Desgraciadamente en octubre del año 2000, la legionella era uno de los temas claves en la fijación de la agenda mediática. Entre los casos de afectados se hablaba de un joven fallecido en su casa. En la madrugada del 3 de octubre. Trabajaba como administrativo en el Hospital Xeral. A los pocos días los medios de comunicación no paraban de llamar al teléfono de la casa familar e intentaban dar luz a la verdad. Ayudándonos a entender que había pasado. Existía un brote de Legionella.
Este joven era mi hermano. José Manuel Cabaleiro Pedreira. Su muerte nos dejó perplejos, paralizados. A los padres con más valores, bondad y cariñosos del mundo destrozados. Acelerándo su vejez y muerte prematura. Era indignante ver cómo la directora Xeral de Saúde Pública (Pilar Farjas), se manifiestaba de forma ambigua sobre el caso de Jose. El presidente de la Xunta afirmaba que “el brote no tenía absolutamente nada que ver con lo que pasara en el Hospital Xeral,”. Curioso. La mayor parte de los afectados eran usuarios directos o trabajadores del Complejo Hospitalario que realizaban sus funciones en las plantas bajas del centro -como en el caso de José- en un cinturón que rodeaba la torre de refrigeración. Foco investigado como origen del brote. Pilar Farjas admitío posteriormente que “las personas contrajeron la enfermedad en el entorno del Xeral”. A José le habían diagnosticado principios de neumonía; tenía fiebres muy altas. Tos fuerte. Seca. Además de otros, síntomas propios que provoca la legionella. Acudió a urgencias y de un día para otro una bacteria se lo llevó. La Dirección Xeral de Saúde Pública no informó a tiempo a los centros de salud de la existencia de un brote de legionella. Fué vergonzoso que facultativos tuviesen constancia de la existencia del maldito brote a través de la prensa.
La opinión pública no está narcotizada. Las autoridades sanitarias hablaron de forma confusa, contradictoria. En la información sanitaria no podemos admitir un “simple no” o “un caso cerrado como respuesta”, es un deber con la sociedad. No hay cabida para las dudas ni a las medias verdades. Ojalá tu voz pudiese escucharse Pepe. Además de solidario eres tremendamente justo. Si algo de esto ocurriese, a tus padres, a una de tus dos hermanas o amigos, tu serías el primero en luchar. Llevé a papá y a mamá a un abogado de confianza por tu caso. A los pocos días no quería hacerse cargo. Penoso. Presión. Ante la causa de tu muerte una compañera del gabinete legal del Xeral llegó a decir que eras “deliciosamente hipocondríaco” y que siempre te llevabas una botella de agua de casa…que a saber que había en esa botella. Desviando la atención. ¡Que atrevida! Igual que tú te bebías esa agua también lo hacía yo. A la vez observaba cómo unos se pasaban la pelota a los a otros. Nunca dejé que tu caso cayera en el olvido. Una bacteria acabó con todos tus proyectos, ilusiones. Sentimos un gran abandono. Frío. Una institución a la que con tanto mimo dedicaste 10 años de tu vida te dio la espalda. Llegó a escribir en prensa que al Xeral “había llegado el otoño”. Yo respondía que para tu familia había llegado el invierno. Nosotros sí que no sabíamos cómo echarlo fuera.
Pepe: te queremos. No hay día que no nos acordemos de ti. Tus amigos te definen como persona Vitamina. En tu breve estancia en la vida la sensibilidad, honradez y empatía te delataron. No sé si lo viste pero de tantas personas que acudieron a tu sepelio tuvo que intervenir la Guardia Civil. Si existe el cielo espero estés abrazando muy fuerte a Papá, a mamá y a tu mejor amigo Seny. ¡Síguenos cuidando a todos!. Intentaré hacer todo lo mejor posible aquí en la tierra. Como tú me enseñaste. Tu hermana pequeña. Susi.
Mª Jesús Cabaleiro Pedreira. (Vigo)
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