Coro clásico. Reflexión sobre un adiós

Publicado: 02 ago 2024 - 20:13

El 25 de julio, en el templo de Santiago de Vigo, en la misa del Apóstol El Coro Clásico firmó cantando el epílogo de su historia y de su obra. En corto este espacio para glosar su paso, pero no puedo, por gratitud, dejar la noticia en "un adios sin palabras".

Al Coro Clásico no lo jubiló la edad ni su incombustible maestro y animoso director-fundador D. Joaquín Carbajal; no sería propio de él cortar así su obra. Lo cercaron una alianza de improperios, acaso un inmerecido destino o la decisión veleidosa de algunos-as coralistas. Pero hoy, el último tiempo de la queja y el lamento ya pasó. Pasó también el tiempo de zaherirse en deliberación la razón y el sentimiento...

No obstante, hay que decirlo, hubo "idus de marzo", como en Roma, con el César, porque también hay instinto fanático y planes opacos de magnicidio musical en el seno de los coros. No hubo "una conjura" expresa y colectiva, pero sí tácita, individual y de contagio. No hubo "consilium fecerunt", pero sí hubo "mitamus lignum" que diría Victoria. Hubo una tétrica "diáspora", descarada apostasía de la razón y el sentimiento que, dejando lo mejor -aquello que amaron y creyeron- les llevó a otros lares para conquistar "un nuevo amanecer" con visos de tiempo nuevo. Hubo un covid-19 y luego este covid-24, pero a pesar de todo, cantando el Himno del Apóstol y después en la comida, sonó la hora del abrazo fraternal en despedida.

No procede ya ningún rictus amargo en esta última "coda" de una partitura larga -más de cuarenta años- que fue siempre, bien armonizada, dirigida y compartida con amor y entusiasmo sin medida.

Ahora, a veces me pregunto; en realidad ¿qué fuimos? Creo que hemos sido, tal vez, una llama -a luz de una metáfora, un particular sonido y, sobre todo "un aire". Fuimos una llama en la mitad del aire, alimentada por "el aire" trepando por el aire, polifonía de emociones y acordes del corazón... la música de un bello sueño que creó su fundador.

Hemos iluminado algunas noches rincones recónditos del alma. Pusimos voz y luz a los poetas más egregios y, con ellos, subimos el corazón hasta los labios.

Y todo eso fue, sin duda, porque hemos tenido un gran maestro que, aunque él no lo crea, nos ha educado musicalmente como un padre con sentido de familia, no regateando horas ni esfuerzo, intuyendo incluso el desamor y el desapego. Nos ha preparado incluso para irnos y dejarlo. Para dejarle a él y marcharnos con lo aprendido a compartir otra familia, otra música, otro canto.

En nuestro sentimiento quedará un "siempre" evanescente de recuerdos prendido de las alas de aquella "Pomba dourada" de Cunqueiro, que J. Carbajal musicó un día para gozar y cruzar con poética ilusión el inefable instante de los siglos, aspirando a enamorarla.

¡Gracias maestro! ¡Gracias Coro Clásico!

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