El ABC del sentido común de Abel Caballero

Publicado: 14 oct 2025 - 01:00

Hoy, 12 de octubre, con una temperatura de 25 grados y nuestra ría de Vigo al fondo —siempre tan hermosa y agradecida—, iba paseando al lado del edificio del Tinglado, instalaciones de la Guardia Civil de Vigo, sección Fiscal, donde se ha celebrado el Día de su Patrona, la Virgen del Pilar, y por ende, la Fiesta Nacional de España.

Me situé como uno más entre el público asistente al acto, apostado junto a una de las vallas de delimitación, desde donde pude contemplar la ceremonia con agrado y satisfacción. Como viene siendo habitual, fueron varios los cargos políticos y militares que pronunciaron sus discursos ante todos los presentes.

Subió al atril el presidente de la Autoridad Portuaria, el teniente coronel jefe de este destacamento y, finalmente, nuestro alcalde, D. Abel Ramón Caballero Álvarez —descubrí en este acto que su segundo nombre es Ramón y su segundo apellido Álvarez—. Desde el momento en que comenzó a hablar (sin ningún discurso escrito), no pude sentirme más contento y satisfecho por cada una de sus palabras. Su verbo, su ritmo y su claridad fueron ejemplo de una literatura política llena de sentido común y valores, de esos que tanto echo en falta en mis conversaciones diarias, en mis relaciones personales, laborales, sociales, gastronómicas y profesionales, así como en el espectro mediático que, desde hace ya un tiempo, se ha instaurado como dogma del poder y biblia universal, sin que muchos sepan de dónde vino ni cuándo empezó.

Abel —me gusta más llamarle así, simplemente Abel— comenzó hablando del origen fundacional de la Guardia Civil, mostrando desde el primer instante su cariño y respeto hacia este gran cuerpo. Destacó que la Guardia Civil está presente en todos los problemas de la sociedad, con el único fin de servir, es decir, de servirnos a todos: a los españoles de todos los orígenes y destinos de esta gran nación que es España.

En un momento de su intervención, pronunció unas palabras que resumieron con precisión su mensaje de respeto y admiración:

“Gracias por vuestro trabajo, servicio y cooperación. Vosotros y vosotras vertebráis España.”

Añadió también que tanto él, como alcalde, como la ciudad de Vigo, siempre estarían al lado de este gran cuerpo, mostrando así un compromiso sincero de apoyo y reconocimiento hacia quienes velan por la seguridad de todos los ciudadanos.

Recordó a compañeros de estudios que habían sido guardias civiles y que ya no están, evocándolos con especial admiración. Subrayó en varias ocasiones la grandeza, el orgullo y el honor que supone ser admirador de este cuerpo, por su valentía, implicación y fuerza para acometer la dura tarea de servir —y servir siempre— a los demás. “Es muy difícil”, dijo con sinceridad.

Abel habló sin complejos de España, de su bandera, y puso en este día por encima de todo a la Nación, incluso por encima de su amada ciudad de Vigo, a la que tan bien sirve y tan bien dirige. Eso demuestra que, además de ser un animal político, tiene la clase y la elegancia suficientes para saber respetar un 12 de octubre, protagonista indiscutible sobre todas las ciudades de este gran país. Supo no mezclar ideas ni colores políticos, tan enmarañados hoy en tiempos convulsos, y lo hizo sin complejos, con fuerza, serenidad y sin un solo papel delante.

Y concluyó su intervención con una frase que merece quedar grabada en la memoria de todos los presentes:

“Es un honor acompañar a la Guardia Civil el día de su Patrona.” Llevo varios artículos hablando de los valores, y en este quiero destacar la intervención de Abel Caballero en el acto de la Patrona de la Guardia Civil, porque él sí ha sabido plasmar lo que aún se puede recuperar. Por eso firmo mis crónicas como “soñador de valores”. Creo en los sueños, y hoy uno de ellos se ha hecho realidad.

Abel tiene 79 años, una energía digna de un joven de 30 y una sabiduría política y social admirable. Y hoy, reitero, me ha demostrado que también conserva y transmite valores en público.

Abel, deberías crear una escuela para nuevos políticos.

Porque lo que vemos hoy en la actualidad carece de sentido común, está vacío de valores y lleno de crispación y confrontación, amplificadas por la inmediatez de las comunicaciones.

Al finalizar el acto, dentro del perímetro de seguridad que separaba la valla donde me encontraba, vi que Abel Caballero se acercaba. En ese momento le llamé para felicitarle personalmente, y él, con su habitual amabilidad y cercanía, se acercó, me estrechó la mano y me respondió con sencillez y afecto:

“Te estoy muy agradecido.”

Ese breve gesto, acompañado de su sonrisa, fue el colofón perfecto a una jornada en la que Abel volvió a demostrar que la educación, el respeto y el sentido común siguen siendo la base de la buena política.

Su intervención, sus palabras y su actitud dejaron claro que el amor a la ciudad y a España no son conceptos enfrentados, sino perfectamente compatibles cuando se entienden desde la coherencia, la serenidad y los valores.

Hoy, en Vigo, Abel Caballero recordó a todos —con hechos y palabras— que la política también puede ser un ejercicio de gratitud y de servicio público, y que en el corazón de los ciudadanos sigue habiendo espacio para admirar la autenticidad cuando se muestra sin impostura

Julio A. López. (Soñador de valores)

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