Hace ya siete meses, y podría ser la primera vez durante tanto tiempo, que Zona Franca se quedó sin delegado del Estado, el máximo responsable del consorcio. El 15 de junio David Regades abandonó oficialmente el cargo para irse al Congreso de los Diputados e hizo balance de sus cinco años donde, dijo entonces, había convertido la institución en referencia no solo a nivel industrial sino también en “conocimiento e innovación”.
Dos días después, Ana Mejías, vocal por designación del Estado, se quedaba como delegada sustituta dirigiendo CZF hasta que llegara el nombramiento oficial. Y mientras tanto, sigue en el Concello como concejala. Hasta hoy, en un hecho insólito: incluso se han aprobado los presupuestos del consorcio que incluyen como en otros años partidas millonarias para actuaciones que llevan años encima de la mesa. Es el único organismo que sigue vacante tras la sucesión de elecciones que llevó a que de forma simultánea la Subdelegación del Gobierno, la Delegación de la Xunta e incluso la Autoridad Portuaria estuvieran vacantes durante semanas o meses.
Pero ya están todas cubiertas, siendo la última la pasada semana con Abel Losada en Pontevedra. Fuentes socialistas señalaron que en el caso de Zona Franca, desde el Concello se quiere que su nuevo delegado sea una persona de perfil técnico, como ya lo es la propia Mejías, justo lo contrario que Regades. De esta forma, el cargo de presidente, que ostenta el alcalde de turno, tendría mayor brillo, aunque en los estatutos aparece de forma expresa fuera del comité ejecutivo, pero presidiendo los plenos. Ana Mejías es además de concejala socialista, doctora en Ingeniería por la Universidad Politécnica de Madrid y profesora titular de la Universidad de Vigo.
El pleno del Consorcio Zona Franca aprobó en diciembre un presupuesto para 2024 que alcanza los 106 millones de euros, con una subida del 16 por ciento sobre 2023 (91 millones). La mayor parte, unos 73 millones, se destinan al capítulo de inversiones, donde aparecen proyectos que llevan años consignados pero sin poderse ejecutar, como las ampliaciones del Parque Tecnológico y del polígono de Balaídos, la Panificadora o el World Car Center.
