Surrealismo, nexo del exilio gallego por Colmeiro

Carlos L. Bernárdez explica al alcalde, Abel Caballero y a la concejala Carmela Silva, el autorretrato de Granell.
photo_camera Carlos L. Bernárdez explica al alcalde, Abel Caballero y a la concejala Carmela Silva, el autorretrato de Granell.
Obras inéditas de Colmeiro dialogan con pinturas de Granell y otros artistas coetáneos en Casa das Artes

“Conexións surrealistas. Colmeiro, Granell e o surrealismo no exilio” es la nueva exposición que acoge la Casa das Artes, en una colaboración entre la Fundación Granell y la asociación Amigos de Colmeiro, presidida por su nieta, Alba Corral. Comisariada por Carlos L. Bernárdez, reúne más de cincuenta piezas que no destacan por su vistosidad y por sus dimensiones, pero sí por su calidad y por pertenecer a un movimiento artístico que en el caso de Colmeiro no es muy conocido. “Aquí se muestran dos conexiones entre autores, una en el ámbito estético de los años 40 y 50 con un lenguaje común, y otra, la visión desde el exilio republicano”. Así, Bernárdez introdujo ayer una muestra donde se aprecia mucho detalle, mucha filosofía detrás de las pinturas, en gran parte sobre papel.

Los protagonistas principales son Granell, máximo representante gallego del surrealismo, y Colmeiro, una figura “surrealizante”, según Bernárdez, por adoptar los registros de una generación posterior. Los acompañan creaciones de otros artistas como André Bretón, Wilfredo Lam, Wolfgang Paalen, Estebán Francés, Óscar Domínguez, César Moro o Roberto Matta, pertenecientes a la colección personal de Granell, hoy en los fondos de su Fundación. “Son una evidencia de esta fructífera red de contactos que tuvo una importancia fundamental en la evolución del arte”, puntualiza el comisario.

 

 

Entre las obras expuestas destacan las cabezas exentas de los artistas, que enfrentadas establecen los distintos escalones del proceso creativo. Las de Colmeiro reproducen a los ahogados durante la Guerra Civil, mientras en Granell son meros miembros decapitados. Entre las pinturas seleccionadas del autor coruñés destacan sus retratos, entre realistas y oníricos.

Aunque la filosofía de la exposición queda concentrada en un pequeño dibujo de tinta sobre papel. Bajo el título  “Cadáver exquisito” daría denominación al resto de inicitivas similares, donde varios artistas participan en la realización simultánea e improvisada de una obra. Ante la fragilidad del dibujo, de 1941, se expone un facsímil de lo que probablemente sería una servilleta, firmada por André Bretón, Wilfredo Lam y Eugenio Granell.

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