Tres sanitarias viguesas ayudan en Senegal de forma voluntaria

Cintia Álvarez en Yoff-Tonghor; Mercedes Fernández, en la consulta; y Alba González, con un paciente.
photo_camera Cintia Álvarez en Yoff-Tonghor; Mercedes Fernández, en la consulta; y Alba González, con un paciente.
Yoff-Tonghor, una de las localidades más pobres de Senegal, recibió en noviembre pasado la atención médico-farmacéutica de un equipo de sanitarios gallegos voluntarios, entre los que viajaban tres viguesas. 

Doce voluntarios de la ONG Ecodesarrollo Gaia, entre ellos tres sanitarias de Vigo, realizaron una estancia de dos semanas en la localidad senegalesa de Yoff-Tonghor para prestar atención médico-farmacéutica a más de dos mil pacientes sin recursos económicos para acceder a la sanidad de Senegal. Se conoce como proyecto “Coruña Cura” y se desarrolló a mediados de noviembre. De Vigo acudieron la enfermera Alba González, que trabaja en el PAC de Cangas, la residente de pediatría Cintia Álvarez que hace su especialidad en el hospital de Salamanca y la residente de medicina familiar Mercedes Fernández, que se forma en el área de A Coruña. Las tres destacaron sobre todo el enorme aprendizaje personal y profesional que supuso esta experiencia. Cintia y Mercedes pidieron dos semanas de vacaciones para ir, a Alba no le hizo falta porque está en las listas de contratación del Sergas. El equipo atendió a una media de 250 o 300 pacientes diarios. Las patologías más frecuentes eran enfermedades de la piel y de tipo infeccioso debidas al hacinamiento, a la falta de higiene o al contacto con animales. “Aquí puedes ver sarna, pero no con tanta frecuencia ni tan evolucionada”. Vieron a niños con tiña en la cabeza porque juegan con cabras que no están desparasitadas. En adultos atendieron a pacientes con hipertensión o diabetes, pero mucho más avanzadas de lo que es habitual en España, algunos con complicaciones, así como a otros con fracturas de hueso que nunca consultaron y que derivaron en deformidades, dolor  y la inutilidad de las articulaciones. Una parte importante del programa es la educación sanitaria con información y recomendaciones que la población podía llevar a la práctica.  A mayores, la ONG llevó 650 kilos de medicamentos, entre ellos analgésicos, antifúngicos, antibióticos o material de cura. Ecodesarrollo Gaia cuenta con una escuela que construyeron ellos mismos para dar clase a escolares y que es también donde se presta la atención sanitaria.

Cintia Álvarez: “Aquí tienes un médico para toda la vida, allí casi no van"

Cintia fue de voluntaria en sus vacaciones y quiere repetir por el aprendizaje que supuso. Allí ejerció una medicina “pura y dura” sin posibilidad de hacer pruebas complementarias. "Haces ojo, tienes una sospecha y luego revisas el tratamiento para ver si funcionó". Se dio cuenta de que “España es Disneylandia en cuanto a la medicina”. Destaca el “choque cultural” por cómo viven y se relacionan los habitantes de Yoff-Tonghor, un suburbio pobre de Dakar. “No están acostumbrados a tener contacto con médicos. En España los niños tienen revisiones desde los dos meses con el pediatra, tú sabes que tienes un médico para toda la vida, ya sea pediatra o de familia. Ellos no, de hecho muchos venían a consulta y no sabían decirte qué les pasaba, poner nombre a lo que les duele o les preocupa”. Tuvo la sensación de que consideran la palabra del médico senegalés como autoridad máxima y que es una relación paternalista como en la España de la posguerra. “Les sorprendía mucho lo cercanos que éramos, juegas con los niños, les haces bromas o les das un abrazo, no se lo esperan y les gusta mucho”. También comprobó cómo los más pequeños se asustaban porque nunca habían visto una persona blanca. A Cintia le tocó dar un charla para madres con hijos pequeños, con consejos sencillos para evitar accidentes e infecciones, y para mejorar la alimentación.

Mercedes Fernández: “El aprendizaje fue brutal, la sanidad gratuita vale mucho"

“Fue muy gratificante, sacamos un aprendizaje brutal. También ella se encontró a pacientes que no habían visto nunca a un médico, como un señor de 70 años que quería que lo viesen. La población no tiene un acceso gratuito a la sanidad y muchos tiran de lo que tienen en casa, de curanderas y hierbas. Reconoce que al principio vivió la falta de medios “con impotencia”, aunque luego se acostumbró. “Diagnosticábamos cosas que no podíamos tratar ni podíamos ayudar más que dar respuesta a lo que sentían. Lo peor eran los casos infantiles. A lo mejor tenían un problema respiratorio, cardiológico o quirúrgico y no podías hacer más que acompañar”. Preguntada por la comparación con España, afirma que cuando vas allí “te das cuenta de lo importante que es una sanidad pública, gratuita y universal. Aquí a veces no se valora o se abusa de ella, es fundamental mantener ese sistema sanitario que tenemos y mejorarlo”. Asegura que “Senegal es magnético. Iba preocupada porque soy un poco emocional y me daba miedo el golpe de ver gente sin las necesidades básicas cubiertas. Sin embargo, viven felices, te lo transmiten y te ofrecen ayuda siempre que pueden”. Dio una charla de educación sexual pero limitada porque “somos muy cuidadosos con su cultura”.

Alba González: “El voluntariado te cambia, piensas cómo puedes ayudar"

“La gente de Senegal es muy agradecida, con lo mínimo que les hagas te lo agradecen cien mil veces más que aquí. Son más educados y sonrientes, nos dan mil vueltas. No se puede generalizar, porque hay de todo, pero creo que valoran todo más y da gusto trabajar así”. Asegura que lo más impactante de su experiencia de voluntariado internacional es que le cambió la vida y su forma de pensar. “Pasas de ser una persona que vive con su trabajo, su familia y sus amigos a valor todo mucho más y a querer ayudar. Se despierta dentro de ti tu lado más humano. Yo ahora empatizo con todo el mundo y pienso en cómo puedo ayudar. Hay más vida aparte de la que tenemos”. Asegura que en Senegal vivió “un cúmulo de emociones” que le hicieron llorar y que a pesar de la pobreza los habitantes de Senegal son felices con poco. Le gustaría repetir con la misma ONG porque “son personas maravillosas, implicadas y con un corazón enorme” y recuerda que se puede ayudar de muchas formas incluso en la propia ciudad colaborando con entidades como el Banco de Alimentos, comedores sociales  o con pequeñas aportaciones a las ONG. Como enfermera hizo curas, sobre todo de úlceras que tardaban en curar por falta de higiene y cuidados, hizo electros, puso medicación y otras tareas.

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