La investigación por la desaparición y muerte de la viguesa Déborah Fernández, cuyo cadáver apareció en una cuneta en O Rosal en 2002, sigue adelante. A pesar de la oposición de la familia de la joven que ya rechazó en julio continuar con la instrucción por “falta de avances”, el Juzgado de Instrucción 2 de Tui considera necesario continuar con el caso, al menos otros seis meses más. La decisión coincide con los criterios del Ministerio Fiscal, que solicitó más tiempo.
En su auto, con fecha de ayer 25 de enero, la instructora acordó la prórroga atendiendo a similares argumentos que en la última ocasión, las diligencias acordadas en su día y que todavía están pendientes. Se trata del examen del teléfono móvil atribuido a la joven y que fue encontrado durante unas obras en la Comisaría de Canillas a finales de 2022 y la nueva prueba biológica al único investigado en la causa, el que fuera su exnovio.
En el caso de la revisión de la terminal, que apareció sin tarjeta SIM, esta se acordó en enero de 2023, sin que la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Comisaría General de la Policía Judicial lo haya llevado a cabo hasta el momento.
Las esperanzas de encontrar algún rastro en el móvil son muy pocas, pero el juzgado no descarta que se puedan ordenar nuevas diligencias en función de las conclusiones del informe policial.
Respecto a la nueva muestra de ADN al investigado, a la que su defensa accedió, y que fue solicitada inicialmente por la acusación particular al entender que había “irregularidades en las anteriores extracciones”, fue finamente recurrida.
Los abogados de la familia de Déborah volvieron a oponerse a esta segunda prórroga con los mismos argumentos. Consideran que “carece de sentido continuar con la instrucción” ante los esfuerzos sin éxito por que la investigación avanzara. Ya en su momento, en una declaración pública, aseguraban que “hemos presentado decenas de escritos solicitando diligencias de prueba, la mayoría denegados, y fuimos nosotros los que propusimos ingentes pruebas para intentar vincular a otras personas en los hechos, los que solicitamos pruebas biológicas masivas, los que colaboramos con la Policía en cuanto se nos pidió”.
Los padres y hermanos de Déborah hacían en julio su última comparecencia ante los medios después de más de veinte años de lucha, en una petición desesperada: “No queremos seguir sufriendo”, mostrando su “hartazgo e indignación" por el “inmovilismo” de la causa.