El mayor pez descargado en O Berbés

El enorme atún de 349 kilos, en primer término junto a otras grandes ejemplares, ayer en la lonja de O Berbés durante la subasta.
photo_camera El enorme atún de 349 kilos, en primer término junto a otras grandes ejemplares, ayer en la lonja de O Berbés durante la subasta.
Un atún rojo espectacular de 350 kilos de peso, subastado en la mañana de ayer en unos 4.000 euros en el puerto pesquero

No todos los días hay atunes rojos en la lonja del Berbés. Y mucho menos del tamaño de los cuatro ejemplares que ayer se subastaron poco después de las seis y media de la mañana. Uno, en especial, enorme incluso para esta especie, la más cotizada, sobre todo en los mercados de Japón. La pieza entera tenía unos 350 kilos de peso y su precio de salida se estimaba en torno a los 4.000 euros, según coincidían responsables del puerto pesquero y comercializadores. No había tampoco ninguna duda de que el atún rojo, los cuatro, iban a ser vendidos. 

 

 

Las grandes pesquerías de esta especie tan valiosa se encuentran entre el Mediterráneo y la costa sur atlántica. Pero no el gran pez del Berbés, capturado por un palangrero luso, el “Artur e Teresa”, con base en Vigo,  en un punto del Atlántico entre las costas de Galicia y Portugal. Este buque se dedica a otros grandes peces, como el tiburón del tipo quenlla tintorera y sobre todo el espada, otro gigante del mar. De hecho, también llegó al Berbés ayer uno de 150 kilos y un tamaño excepcional. Fue este buque el que se encontró con los atunes rojos y logró extraerlos del mar. Nada fácil: el palangre se basa en una serie de anzuelos que se van depositando con boyas a distinta profundidad, el tipo de pesca antes conocida como “pincho”. En algunas ocasiones pican también atunes rojos, que acaban en las bodegas del barco gracias a grúas, dado su imponente peso. 

 

 

Pero eso no es todo. De hecho, ahí solo comienza una parte de un proceso de pesca singular por completo. La captura de un atún rojo tiene que ser comunicada a la Autoridad Portuaria y a la Secretaría General de Pesca del Ministerio de Agricultura. Además, debe ser puesta en conocimiento por el organismo regulador internacional de esta especie, que controla que no haya sobrepesca. Una vez superados todos estos requisitos, llega a la lonja para subasta. Y todavía hay un “pero”: los palangreros de Galicia y Portugal no están especializados en este animal y esto tiene consecuencias sobre el producto. “En el Mediterráneo, donde hay una larga tradición, saben cómo matarlo con rapidez para evitar que se estrese. Aquí, en cambio, el pez tarda más tiempo desde que sale del agua y afecta a su carne, porque sangra interiormente. Y eso también repercute sobre su precio final, que baja”, señaló Luis Pérez, director del puerto pesquero vigués, durante la inspección realizada en el interior de los pabellones del Berbés.

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