Lorenzo Silva, que abrirá el Foro Atlántico: “La ficción permite entrar en la trama con profundidad"
El escritor Lorenzo Silva protagoniza mañana el Foro Atlántico en el auditorio del Concello. Entrada libre
Lorenzo Silva (Madrid, 1966) es el ponente invitado en el Foro Atlántico que se celebrará mañana, a las 20 horas, en el auditorio municipal. Patrocinado por el Concello, la UNED y el grupo Rodosa, será de entrada gratuita hasta completar aforo. Lo presenta Xurxo Patiño, director de Librouro, la librería decana de la ciudad. Silva, referencia nacional en el género de novela negra, acaba de publicar “Púa”, un thriller, al margen de la serie protagonizada por los Guardias Civiles, Bevilacqua y Chamorro. Con dos títulos de esta saga consiguió el Premio Nadal en 2000 (“El alquimista impaciente”) y el Planeta en 2012 (“La marca del meridiano”). A unas horas de viajar a Vigo para participar en el evento promovido por Atlántico, dio un adelanto de su intervención para los lectores.
Presenta su ponencia con una interpelación directa, “¿Tienen los verdugos corazón?”. ¿De dónde surge esta duda?
Es al hilo de mi último libro, “Púa”, donde hago un viaje al corazón de un verdugo. Es una pregunta que da juego, con una respuesta que no es sencilla. En una película de los Hermanos Coen, el condenado apela a los sentimientos del verdugo, “mira en tu corazón”, le dice. La primera vez no lo mató, pero a la segunda, sí. “No tengo corazón”, le dijo y le pega un tiro. Me interesaba cuestionar si son personas carentes de empatía ante el dolor ajeno. Después de haber investigado y tratar con varios, llegué a la conclusión de que la mayoría no lo es. Hablé con terroristas, con soldados que mataron en la guerra y no he conocido a ninguno que no fuese consciente de la gravedad de la carga vital que llevarán consigo para siempre. Aunque su vida o la de sus compañeros estuviese en peligro, no se jactan de lo que hicieron y les cuesta contarlo. También hay excepciones, esos tienen un problema.
¿Ese sentimiento de culpa es también aplicable a los ejecutores de sentencias judiciales?
No me refiero tanto a verdugos tipo el de Berlanga. Por suerte la pena de muerte es algo restrictivo a países retrasados como Estados Unidos. Lo que quería explorar en la novela esa disociación entre el que toma la decisión de matar y quien la lleva a cabo. El que la ordena, pero no se mancha las manos, no solo queda impune en muchas ocasiones, sino que tiene una relación abstracta con la muerte que el otro no.
¿Qué vio en esta situación para convertirla en la trama de “Púa”?
En los últimos años, en la preparación de novelas policíacas o en libros sobre conflictos bélicos, tuve la ocasión de coincidir con personas que mataron a otras y siempre me pregunté cómo pueden vivir después de eso. El periodista italiano Mario Calabresi escribe en “Salir de la noche” sobre el asesinato de su padre a manos de terroristas anarquistas. Razona que uno puede llegar a ser un ex-terrorista, pero nunca será un ex-asesino. Considera que si bien se pueden reinsertar, no se borra lo que se hizo, es una impronta que no se puede sacudir y plantea si puede estar capacitado para ostentar cualquier cargo, algo muy de actualidad.
Muchas de sus novelas se inspiran en hechos reales. ¿Dónde está el equilibrio en tratar temas espinosos y mantener la intimidad de los afectados?
En esto me ayuda la ficción, posiblemente esta sea la novela más ficcionada que tengo. No está situada en ningún momento, ni aparecen topónimos, ninguna referencia. La ficción permite entrar en la trama con profundidad sin causar destrozos. Indagué en historias reales con personas que estuvieron en ETA y con quienes torturaron a etarras, pero lo que me importa es la esencia de la historia, no los chismes como quién lo hizo, a quién o el qué. Lo que me interesa es ir a la manera en que afecta a los implicados.
Sus protagonistas, los investigadores Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro, le proporcionaron un vínculo especial con la Benemérita.
En realidad solo tengo ese vínculo desde 1995. Iba a escribir una novela policíaca y pensando en unos protagonistas originales se me ocurrió la Guardia Civil que lleva desde 1844 investigando crímenes y nunca protagonizaron una novela. Tras siglo y medio de trayectoria, es sorprendente. ¿En qué otro país podría pasar algo así? Fue como un experimento que no me llevó a ninguna parte porque las editoriales rechazaron la novela. Tres años después encontré una editora que confió en ella y ahora tiene 2 millones de lectores. A partir de ahí surgió esa relación con el Cuerpo. Despertó mi curiosidad. Además de la serie Bevilacqua y Chamorro, escribí un ensayo y otra novela sobre la vida de un guardia civil gallego, José Aranguren. Son 17 libros de más de 60. Es cierto que las historias de estos investigadores han tenido una trascendencia desproporcionada. Pero he hecho y sigo haciendo otras cosas. El éxito es algo circunstancial.
En estas novelas los periodistas no salen muy bien parados. ¿Alguna deuda pendiente con la profesión?
Como los jueces o los abogados son profesiones que pueden dificultar el trabajo de mis protagonistas. Tengo varios amigos que son generales y altos cargos en la Guardia Civil; sin embargo, Chamorro y Bevilacque a veces hablan mal de sus jefes. Un periodista puede meter la nariz en un caso y a través de sus fuentes publicar algo que sea una traba para la investigación. Ya ha pasado, aquí muy cerca. Cuando los agentes estaban cerrando el caso de “El Chicle”, se desplazó un equipo y un periódico local publicó que 20 guardias civiles habían llegado a la localidad por lo que tuvieron que acelerar la detención. Al final salió bien, pero fue un acto precipitado.
Además de ser pionero en dar protagonismo a guardias civiles también fue de los primeros en apostar por un género que pasó de minoritario a fenómeno de masas.
Tras rechazarme en el 95, hubo uno que aceptó publicarla. Era el vecino de un compañero de trabajo y me llamó después de que este hablase con él. Era de una editorial que ya me había dicho que no. Me avisó de que el género policíaco en España tenía poco mercado, era muy de nicho. Solo se salvaban el caso particular de Vázquez Montalbán y algún autor extranjero. Tenía asumido que era un género marginal, pero yo siempre tengo simpatía por el débil.
Tiene más de 60 títulos publicados, entre los que hay ensayos, novela histórica y también literatura juvenil. ¿Cómo cambia el chip?
Creo al contar una historia los personajes no son lo más importante, lo son las motivaciones profundas del ser humano. Da igual que el personaje sea una niña de 15 años, un agente de la Guardia Civil o un soldado, lo importante es la capacidad que tengan de contar.
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