LA CRISIS DEL CORONAVIRUS

“El hospital hubiera llegado a 500 ingresos sin la vacuna”

De izquierda a derecha, Judith Álvarez, José Luis Lamas, Ana Sanjurjo, Fran Fernández y Javier de la Fuente.
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El jefe de Medicina Interna de Ribera Povisa señala que el perfil del paciente ingresado de la quinta ola en este hospital tiene entre 40 y 50 años, en su mayoría no vacunados

Las desorbitadas cifras de contagios de la quinta ola derivados de la expansión de la variante delta llegaron con un porcentaje importante de la población vacunada. De no ser así, el jefe de Medicina Interna de Ribera Povisa, Javier de la Fuente, asegura que el hospital hubiera llegado a los 400 o 500 ingresos de covid.

 “La vacuna fue un avance que cambió de forma notable todo el manejo. La quinta ola hubiera provocado el colapso absoluto de los hospitales. La vacuna, a pesar de lo que digan los negacionistas, no protege de la infección pero sí protege de la infección grave. Aquí no se dejaron de operar otras cosas ni se retrasaron consultas ni se dejó de atender con los altos estándares de calidad del sistema público español, algo que no podríamos hacer si no tuviéramos la vacuna", asegura. La tasa de ingresos con respecto a los infectados bajó de forma notable en la quinta ola. Si en los inicios de la pandemia podían tener casi 100 ingresados, ahora el pico máximo no llega a 25. “Estamos a años luz”.

El paciente que ingresa es más joven, tiene entre 40 y 50 años, y la inmensa mayoría son no vacunados. El doctor De la Fuente distingue dos tipos: los que tienen más de 50 y no se vacunaron en su día a pesar de que les correspondía, incluido algún octogenario, y los que no recibieron ninguna dosis porque tenían menos de 40 y no les había llegado aún la cita. Sin embargo, también ingresa alguna persona vacunada que tiene enfermedades de base, que es mayor con reserva funcional disminuida y personas con otras circunstancias que hacen que la respuesta inmunológica de la vacuna no sea tan brillante y se pueda agravar la infección. Por eso ve con buenos ojos la tercera dosis de la vacuna a esta población más vulnerable.

En esta fase de la pandemia el paciente más joven en planta tenía 19 años y en UCI, 64 años.

A la pregunta de si el virus se ha vuelto catarral con la variante delta, explica que “en la gente joven es un cuadro más catarral, con fiebre, congestión, dolor de garganta y mucho moco, pero entre los pacientes hospitalizados no hay mucha diferencia. Tienen cuadros de fiebre, tos, disnea y un deterior del intercambio gaseoso. Que nadie se confíe pensando que es un catarro, si hay dudas que se hagan un test de antígenos o una PCR porque hay que intentar controlar el brote, sobre todo si conviven en casa con personas mayores o con enfermedades debilitantes”, afirma el internista.

En cuanto a posibles reinfecciones de covid, confirma que tuvieron algún caso de personas que se reinfectaron con la nueva variante pero fueron casos muy leves.

“Hay bastantes casos de estrés postraumático en los curados”

El Hospital Ribera Povisa está realizando un seguimiento de las secuelas en los pacientes de covid. El jefe de Medicina Interna, Javier de la Fuente, distingue la persona que se infecta y padece síntomas de la enfermedad hasta tres meses después  y el “long covid”, que consiste en la aparición de síntomas después de que la infección está totalmente curada.

En el primer caso, el internista señala que el paso por la UCI con una intubación prolongada deja unas secuelas inmediatas que tienen que ver con el intercambio gaseoso (el paso del oxígeno que respiramos a la sangre). “Dos de cada tres pacientes que han estado en la UCI intubados tienen alteraciones de la difusión, ese porcentaje baja al 30% o al 40% cuando han estado en planta con una neumonía grave”. A pesar de esto, Javier de la Fuente aclara que los casos de secuelas permanentes o persistentes son muy bajas. “Debemos transmitir un mensaje de tranquilidad. Puede haber alteraciones pero en la mayoría de los casos se recuperan”.

EL LLAMADO “LONG COVID”

 Por otro lado, está el llamado “long covid” que reflejan algunas publicaciones y que han comprobado por la propia experiencia del hospital en los 16 meses de pandemia. “Hay pacientes que siguen refiriendo cansancio, fatiga e incluso dificultad respiratoria al hacer ejercicio. En general estas alteraciones van mejorando”.

 A mayores, los especialistas aseguran que están viendo “bastantes secuelas relacionadas con trastornos neurológicos y de estrés postraumático. Gente que pasó la infección y estuvo mucho tiempo hospitalizada sin contacto con la familia que tienen trastornos de ansiedad, depresión, insomnio o déficit para concentrarse. Lo estamos viendo con una frecuencia relativa y constante”.

Estos casos se derivan a las unidades de salud mental para que se aborden “en su justa medida” y reciban soporte porque “entran en una dinámica en la que si no se sienten comprendidos se acentúan los síntomas”. El internista destacó en este caso el trabajo que realiza el servicio de Psiquiatría del Cunqueiro, al que se derivan estos casos.

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