Historia y leyenda del Mercado da Pedra, meca de la falsificación durante años

El Mercado de A Pedra.
photo_camera El Mercado de A Pedra.

Esa zona de Vigo y la de las que se llamarían plazas de la Constitución y Princesa fue siempre espacio de mercados

Aunque el llamado “Mercado da Pedra” de hoy no tiene nada que ver con el del pasado, es curiosa la pervivencia en guías de turismo y la memoria que sigue circulando por el mundo de que es un lugar donde se puede comprar tabaco libre de impuestos y todo tipo de objetos de marca, falsificada o no. Para algunos, aquel mercado era un atractivo turístico e incluso romántico de Vigo. Lo cierto es que lo que, en el siglo veinte empezó siendo un lugar donde se vendía sobre todo tabaco de contrabando acabó siendo el gran mercado de las falsificaciones, hasta que las grandes marcas lograron que Hacienda lo clausurara, situación que se prolongó durante siete largos años, hasta noviembre de 2021.

La historia de este mercado es más antigua de lo que pensábamos, pues ya a finales del siglo XIX en aquella zona, por su proximidad al puerto se montaban tenderetes provisionales para la venta de diversos géneros, sobre todo alimentos. Esa zona de Vigo y la de las que se llamarían plazas de la Constitución y Princesa fue siempre espacio de mercados. No deja de ser curioso que, en nuestros días recientes, mientras se cerraba este mercado de modo contundente, a escasos metros, se vendían los mismos o parecidos productos falsificados, en gran medida de origen chino, por parte de inmigrantes subsaharianos que no tenían otro modo de sobrevivir. Pero el Mercado da Pedra había forjado su propia leyenda hasta que el asunto llegó a su final.

Este fenómeno comercial, vinculado históricamente al puerto de Vigo, tiene para algunos estudiosos de la historia urbana de la ciudad más antigüedad que la que suponíamos, pese que a su definitivo crecimiento se produce tras la guerra civil, vinculado a lo que se llamó fenómeno del estraperlo; pero mucho antes, mediante tenderetes provisionales se vendían en aquella zona toda variedad de artículos de los que los barcos traían al puerto de Vigo, por lo que era un visitado lugar de trasiego comercial, donde, aparte del tabaco, que era el producto reina, se podía encontrar absolutamente de todo. En los periódicos de los años cuarenta es fácil encontrar artículos muy interesantes que elogian aquel mercado, al margen obviamente del origen lícito o no de las mercancías que expedían. Aparte del tabaco y la ropa, la aparición de los transistores y de toda suerte de aparatos electrónicos constituyó otro de los pilares de su fama, debidamente divulgada, especialmente ente los pasajes de los paquebotes que hacían escala en el puerto de Vigo, donde era obligada una visita a la Piedra. De tal suerte que en las Casas Consistoriales se decidió adecentar la zona de la plaza de Villavicencio ya en nuestros tiempos recientes.

En l época de Manolo Pérez y Lois Pérez Castrillo, como alcaldes, se llevaron a cabo, dentro de los planes municipales, obra de reforma de aquella zona y de la calle Teófilo Llorente, pese a las ya notables quejas de sectores del comercio local que acusaban la competencia de A Pedra, sobre todo en aparatos electrónicos, que eran más baratos que en las tiendas legales. Pero fue en función de las disposiciones y acuerdos suscritos por España en contra de la falsificación y la piratería, que el Gobierno no tuvo otro remedio que actuar. Las grandes marcas de ropa iniciaron una efectiva campaña para el cierre de este mercado, con decidido apoyo de los Estados Unidos, que llegó a incluir a este espacio vigués en la lista negra de la industria de la falsificación a gran escala. Era inevitable el final y lo fue cuando, de sorpresa, en 2014, se llevó a cabo una gran operación policial para desmantelar este mercado, que permanecería cerrado durante siete largos años hasta que, una vez reconvertido volvió a abrir sus puertas en noviembre de 2021. Es de reseñar que mientras la gran actividad de A Pedra se centró en el tabaco, el comercio local lo toleró porque no le afectaba (aunque sí a la Hacienda pública), pero cuando se diversificó su actividad y en las falsificaciones de ropa de marca (en gran medida fabricada en Portugal) las cosas cambiaron. Esa es la historia. Se sigue vendiendo ropa falsificada. Pero en A Pedra ya no.

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