El cuerpo de una mujer hallado en una maleta esta semana en una zona de matorral cerca de Balaídos se suma al rosario de crímenes de la crónica negra en Vigo destapados de forma casual tras encontrarse a las víctimas ocultas en lugares insospechados.
En buena parte de los casos, fueron los vecinos quienes dieron la voz de alarma cuando paseaban por zonas de monte, maleza, incluso tras un contenedor o flotando el mar y en otras, los propios miembros de las fuerzas y cuerpos de Seguridad o de emergencias.
El más reciente ocurría en Porriño, el pasado mes de noviembre. Un camionero que paraba en As Gándaras a llamar por teléfono se topaba con el cuerpo sin vida de una mujer tras unos contenedores. La víctima, Judith, vecina de Vigo, tenía un trapo en la boca, había sido asfixiada. El crimen todavía está en investigación.
Corría el año 2015 cuando un vecino de la calle Fragoso avisaba a la Policía. Había encontrado a su compañero de piso muerto sobre la cama. El hombre había dejado una nota de despedida y en la mesilla había restos de sustancias. Los agentes constataron el suicidio, pero cuando estaban realizando la inspección ocular rutinaria en la habitación se llevaron una terrible sorpresa con la que no contaban. Dentro del armario, envuelto en una alfombra y atado había un cadáver. Era el cuerpo de la pareja sentimental del fallecido, de solo 33 años, Silvina, a quien había matado a golpes antes de quitarse la vida. Agentes que estaban presentes en aquella ocasión recordaban con estupefacción el hallazgo. El armario se abrió casi por casualidad.
Un año antes, el propietario de un piso en Ponteareas llamaba a la Guardia Civil después de que, alertado por no tener noticias de su inquilino acudiera al inmueble. Allí se topó con un arcón congelador cerrado con cadenas. Los agentes procedieron a abrirlo y allí dentro estaba el cuerpo descuartizado de un hombre. La víctima, José Jesús Isasis, de nacionalidad venezolana, había sido golpeada de forma violenta y asfixiada con una almohada. Después, el asesino, que fue condenado a 12 años de cárcel, compró el arcón donde escondió el cuerpo, tras trocearlo con una radial.
Dar un paseo por los rincones más tranquilos de la ciudad en ocasiones se ha convertido en algo traumático. Ocurrió en Sárdoma en 2018, cuando un vecino que pasaba cerca del río Lagares encontró envuelto en plástico, maniatado y con golpes en la cabeza, el cuerpo sin vida de un octogenario que había desaparecido días atrás. Su hijo fue detenido y condenado por el homicidio. En Portecelo, O Rosal, los paseos de Adelaida no volvieron a ser iguales desde que un día de mayo de 2002 viera el cadáver de una joven desnudo y cubierto de helechos. Era la viguesa Déborah Fernández.
Al dueño de una propiedad en Cabo Estai, cerca del Instituto Oceanográfico, le sorprendió encontrarse con una gran lona. Al levantarla vio el cuerpo desnudo y en avanzado estado de descomposición de una mujer. Era una joven de 24 años, Sara Alonso, que llevaba tiempo desaparecida y que fue asesinada a golpes en la cabeza. Corría el año 2004. El autor cometió el crimen en su propia casa, lo envolvió en una alfombra y lo dejó debajo de la cama durante un tiempo hasta que consiguió que le prestaran un vehículo para trasladar el cuerpo a Cabo Estai.
Solo dos años después, bomberos de Vigo que acudieron a sofocar un incendio en la calle Oporto, fueron testigo de una de las peores escenas posibles, los cadáveres calcinados, atados y apuñalados de los jóvenes Julio e Isaac.
Un cuerpo saponificado dentro de un pozo
El conocido crimen del pozo de Porriño, cuya investigación ha sido una de las más complejas hasta la fecha, guarda en sus inicios ciertas similitudes con el hallazgo de un cuerpo en una maleta, debido al estado en el que se encontraban ambos cadáveres. Si la mujer estaba momificada, lo que pone trabas a su identificación inmediata, el hombre enontrado en O Cerquido ya estabasaponificado. En ese caso, descubierto en 2021 y en el que se tuvieron que utilizar técnicas de recreación forense de retrato robot para lograr identificar a la víctima, fue un obrero quien se encontró el cuerpo al abrir el pozo. Este había sido cerrado tras el crimen.