La gran aventura de Discamino

La expedición de Discamino en el más arduo reto que ha afrontado en su historia, la ‘Perimetral Ibérica’, es una ruta cicloturista a lo bestia por toda la península Ibérica que se inició el pasado 14 de julio y que ayer, en el día 26, tenía a los expedicionarios en la localidad murciana de Mazarrón, cumpliendo como un reloj el plan trazado.

Como todo viaje, la experiencia está llenando a Javier Pitillas y sus compañeros de experiencias vitales de primer orden. Por fortuna, la inmensa mayoría agradables, aunque tantos días y tantos kilómetros suponen un esfuerzo físico y mental trascendente y acarrean dificultades no sólo previsibles. Porque la asociación que tan bien gestiona Javier Pitillas se ha liado la manta a la cabeza y se le ha quedado pequeño el Camino de Santiago, la excusa que se encontró en 2009 para convencer a las personas con discapacidad mental o física de que ellos también merecen ser peregrinos y pueden serlo.

Chema Díaz, Iván Bragado y Pablo Paz son los tres valientes que van a completar todo el recorrido, con Laura Martínez, Jesús Valverde y Mónica Mera realizando muchos de los tramos. Son los copilotos a los que acompañan el propio Pitillas y Bernardo Gil durante toda la aventura, además de Jacob, Silvia Rey, David Uclés, Juan Osa, Nando Morales y Alfredo.

Cuatro primeras semanas de aventura

El calor y la solidaridad han marcado las primeras cuatro semanas de la aventura. El primero ha complicado un poco más la empresa, pero en ningún momento la ha hecho peligrar. Lo de los alojamientos ya es, de por sí, toda una peripecia, facilitada por la ayuda de patrocinadores, ayuntamientos -muchas veces cediendo instalaciones deportivas-, asociaciones, residencias y, también, vecinos desconocidos que han brindado su colaboración sin pedir nada a cambio. El mejor ejemplo, este mismo lunes, cuando un reajuste obligado dejó a la expedición en el pueblo almeriense de San Juan de Terreros sin techo. En ese momento de zozobra, tras haber dormido 24 de las 26 jornadas previas de forma gratuita, apareció la figura de Rafa, un hostelero de la localidad, que acabó por solventar el problema.

Con ese ánimo renovado, la expedición siguió su camino hasta llegar ayer a Mazarrón. Hoy, toca día murciano hasta San Javier para enfilar el retorno hacia el norte por la costa levantina. Porque todavía restan 46 días de travesía de Chema, Iván, Pablo, Javier, Bernardo y sus acompañantes y facilitadores. Las fuerzas se mantienen y la meta, por el momento, es seguir acumulando experiencias y demostrando a propios y extraños las altas capacidades de las personas con discapacidad. Con la alegría de la solidaridad y la fortaleza que genera superar las dificultades. “La vida misma”, resume desde Mazarrón Javier Pitillas. El próximo 25 de septiembre, Discamino retornará a Vigo después de haber vivido la mayor aventura de sus vidas. El mayor ejemplo de las nuestras.