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El pazo en el que se perdió Cuba

El Pazo de Lourizán fue reformado por el vigués Jenaro de la Fuente.
photo_camera El Pazo de Lourizán fue reformado por el vigués Jenaro de la Fuente.

El C Los primeros años del siglo XX resultan especialmente fecundos para el maestro de obras vallisoletano Jenaro de la Fuente Domínguez.

Así en 1908 diseña las casas para Álvaro López Mora, en la calle Colón, mientras que al año siguiente realiza el proyecto del edificio Bonín, situado entre las calles Areal y Oporto, encargo del indiano Manuel Rodríguez. En 1911 con el edificio Pardo Labarta, ubicado en Porta do Sol, Jenaro de la Fuente alcanzaba una de las cotas más altas de su arte, como resaltan Arturo Conde y Gabriel Santos. 
Es en este momento cuando Jenaro de la Fuente recibe el que probablemente es el encargo más singular de su carrera: reformar la residencia que el abogado y político Eugenio Montero Ríos posee en la parroquia pontevedresa de Lourizán. La finca, antiguamente conocida como Granxa da Serra, había sufrido varios cambios desde su adquisición por Montero Ríos en 1879. En sus estancias se negociaron las condiciones de la rendición española en la guerra hispano-estadounidense, ratificadas en el Tratado de París de 1898 y por el que España perdía Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam. No en vano Eugenio Montero Ríos había ocupado cargos como los de Ministro de Fomento, Ministro de Gracia y Justicia, Presidente del Tribunal Supremo e incluso Presidente del Consejo de Ministros, este último en el año 1905. 

Una reforma complicada


El reto de Jenaro de la Fuente consistía en integrar y armonizar elementos de diversas etapas constructivas creando una unidad, bastando un paseo por los alrededores del pazo para constatar que consiguió su objetivo. El plano de fachada del proyecto, fechado 20 de febrero de 1909, nos muestra un inmueble ecléctico con influencias del modernismo, del clasicismo y de la arquitectura francesa del Segundo Imperio; simétrico, con clara tendencia horizontal y gran monumentalidad. Quizá el más impresionante pazo gallego, como afirma el investigador Jaime Garrido Rodríguez. Las obras comenzaron en septiembre de 1909, con un presupuesto de veinte mil duros. El pazo consiste en un cuerpo central con forma de U con tres torres cubiertas con mansardas, ante el cual se sitúa una gran escalera imperial de dos brazos que lleva hasta la entrada principal. Desde este punto se abren dos alas laterales, ligeras galerías de piedra y vidrio que envuelven los paños del antiguo pazo como si de un vestido se tratase. En el aspecto decorativo, por su parte, destaca la fusión de elementos neoclásicos y modernistas.

Patrimonio en peligro
Actualmente el visitante debe ceñirse a pasear por los impresionantes jardines del Pazo de Lourizán, contemplando el inmueble desde el exterior, ya que el interior se encuentra en mal estado de conservación. A simple vista se observan zonas apuntaladas, pilastras y vidrios rotos y lo que semejan formaciones calcáreas en la cornisa.
La Asociación de Amigas y Amigos del Museo de Pontevedra (AMUPO), ha iniciado una campaña para la puesta en valor del inmueble, profundizando en la investigación sobre los orígenes de la propiedad, un trabajo que verá la luz a través de una publicación científica periódica. Ernesto Vázquez-Rey, secretario general de la AMUPO, comenta que el objetivo de la asociación es documentar todas las etapas históricas del Pazo de Lourizán hasta la actualidad, para así avanzar en la protección a través de su declaración como Bien de Interés Cultural. Cuba ya no se puede recuperar, pero el Pazo de Lourizán sí.

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