Duelo de abogados con ‘link’ vigués en el juicio de Daniel Sancho en Tailandia

La batalla judicial por el futuro de Daniel Sancho, el hijo de Rodolfo Sancho, se libra esta semana en Tailandia entre abogados no solo españoles, sino que han tenido vinculación con Vigo.

El equipo encargado de defender al joven, acusado de matar y descuartizar al médico colombiano Edwin Arrieta, está liderado por el mediático letrado Marcos García Montes, que fue el abogado de Sinaí Giménez y sus dos hermanos, y también, entre otros casos, se ocupó de la defensa de Miguel Rosendo, el fundador de los “miguelianos”. Además, está apoyado por el despacho criminólogo jurídico de Ramón Chippirrás y Carmen Balfagón, ambos colaboraron en dos crímenes sin resolver en Vigo, el de la joven Déborah Fernández en 2002 y el de Manuel Salgado, asesinado de un tiro en un garaje en Rosalía de Castro en 2004. Ellos tratan de demostrar la inocencia de Daniel Sancho, que se enfrenta a una petición de pena de muerta con posibilidad de conmutarle por cadena perpetua.

Del otro lado, representando los intereses de la familia Arrieta, se encuentra el conocido letrado madrileño Juan Gonzalo Espino. Este abogado, que también ha llevado varios casos en la ciudad, fue conocido en Vigo como el letrado del ‘don de la ubicuidad’.

El abogado interpuso una queja ante el Consejo General del Poder Judicial y también al Colegio de Abogados vigués, por una providencia dictada por una magistrada viguesa. En ella rechazaba su pretensión de aplazar la declaración prevista de sus clientes respondiendo a la alegación del letrado que había asegurado que ese mismo día tenía otras dos comparecencias en Ávila y Alcobendas. Así, la jueza aseguraba que si podía estar en dos lugares al mismo tiempo también podría estar en tres.

Dicha respuesta desencadenó una polémica en las redes sociales. Solucionado el asunto, hace meses, volvió a estar presente en los juzgados de Vigo, en otro asunto penal.

Pese a la expectación mediática del juicio, este se celebra a puerta cerrada y bajo el apercibimiento del juez a las partes de no desvelar ningún detalle.