Ninguna figura religiosa despierta tanta pasión en Vigo como el Cristo que llegó por mar a la ciudad y así se vivió anoche en una abarrotada Basílica de Santa María, en la antesala de la procesión que se celebra a las siete y media de esta tarde en las calles del centro.
Tras la celebración de la misa oficiada por el Vicario General de la Archidiócesis de Oviedo, Jorge Juan Fernández Sangrador, que ponía punto y final a la novena en honor del Cristo, tuvo lugar el tradicional Descendimiento de la imagen de Jesús crucificado del Altar Mayor, donde había permanecido casi tres años. “El Cristo desciende a nuestras vidas”, afirmaba Sangrador en la homilía. Después de la misa, que duró una hora, comenzaron los preparativos del descenso. La operación, en la que colaboraron unos 20 cofrades bajo la atenta mirada del hermano carrero, Carlos Borrás, duró poco más de quince minutos y se completó a las 21:35 horas, con un sentido aplauso, un ¡viva el Cristo! y el himno cantado por los fieles.
Ayudados por dos escaleras y un sistema de cuerdas y poleas para el Descendimiento, el Cristo fue depositado en el carro que lo llevará esta tarde en procesión. Se formaron largas filas para saludar y hacr peticiones al Cristo, pero este año no fue posible tocarlo o besarlo como en años anteriores por las precauciones de la pandemia.
Como en años anteriores también se instalaron pantallas en el exterior para todas aquellas personas que no cabían en el templo y la creemonia se emitió en directo a través de un canal de Youtube para personas enfermas o que por otra razón lo siguen desde casa.