Enfermero de profesión, David Alonso pertenece a la logia Obradoiro, una de las tres que existen en Vigo y la única mixta. “Viví en Estados Unidos y allí ser masón se pone en el currículum; siempre me interesó, pero no entendía esa segregación por sexo, al saber que aquí sí podían acceder las mujeres, solicité la admisión”. Afirma que simplemente “llamé a la puerta y me hicieron una entrevista para saber qué es lo que buscaba”.
Y es que muchos van en busca de influencias y poder, algo que Alonso echa por tierra. “Los grandes pensadores del siglo XIX en Francia eran masones, eran las mentes más brillantes y con un gran peso social, en Inglaterra el gran maestro pertenecía a la realeza, pero ahora lo formamos gente de la calle, sin influencia. Quieren un perfil muy diverso, que sepan escuchar y que aporten ideas que contribuya a mejorar la sociedad”.
En la logia se habla de todo, menos de religión y de partidismos políticos (de Política con mayúscula, sí). “En Obradoiro hay miembros de tres partidos distintos, se llevan genial y nunca hablan de política”.
Ayer presentó en el bingo Castelo Real su libro “La masonería de Galicia tras la dictadura” y ofreció una charla en la que echar luz sobre esta realidad. “La masonería fue atacada durante los 300 años de existencia en España, estuvo siempre prohibida, salvo en un pequeño periodo de tiempo, fue perseguida y calumniada”.
En todas las reuniones de las logias se levantan actas y muchas fueron encautadas en la Guerra Civil, por lo que muchos masones fueron fusilados. “Las que se salvaron fueron destruidas para garantizar la seguridad de los miembros, por lo que hay un gran vacío en la historia de la masonería española”. El misterio que siempre rodeó a la masonería tiene una explicación: “En la masonería no hay secretos, hay discreción; en las reuniones todo el mundo puede hablar de lo que quiera con la garantía y tranquilidad; los masones trabajan en la tolerancia, consideran que hay varias verdades y son atacados por los que defienden una postura única”.
Cada logia tiene rituales propios, pero para el autor, no es lo más importante. “Es una forma de mantener el orden, en todas partes hay ritos, cuando vamos a la compra, cuando conducimos, le dan un mínimo de solemnidad a los actos, pero sin ninguna espectacularidad”.
