Cien años del “hit” de las zarzuelas con autoría gallega

El libreto original de “La leyenda del beso”, de la colección de Alejo Amoedo.
photo_camera El libreto original de “La leyenda del beso”, de la colección de Alejo Amoedo.
Alejo Amoedo participa en el ciclo de La Clásica para rememorar el estreno de “La leyenda del beso” de Reveriano Soutullo

Tal día como hoy de hace cien años, el 18 de enero de 1924, se estrenaba en el teatro Apolo de Madrid, “La leyenda del beso”, la zarzuela de Reveriano Soutullo, que se convirtió en un “hit” del género y significó un antes y un después en su trayectoria profesional. El musicólogo Alejo Amoedo, profesor del Conservatorio de Vigo y estudioso del compositor de Ponteareas, ofrecerá una conferencia sobre el autor el próximo 14 de febrero dentro del ciclo organizado por la Orquesta Clásica con motivo de la efeméride. “Fue una obra colaborativa, que Soutullo escribió con Juan Vert, con quien formó un tándem compositivo desde 1919 hasta la muerte de este, en 1931”, apunta Amoedo en declaraciones a Atlántico, a través de las que reivindica también el papel de los libretistas, que en este caso fueron tres (José Silva, Enrique Reoyo y Antonio Paso), algo excepcional para la época donde cada obra tenía como mucho dos. “Su aportación es de máxima importancia, ya que le daban forma a la historia”.

La trama gira en torno a una maldición que recaerá sobre el que intente besar a la gitana Amapola. La leyenda finalmente se cumple porque el protagonista muere de amor. “Esta obra tuvo muchísima repercusión en su momento por su alta calidad musical, muy superior a las coetáneas. La orquestación y la facturación melódica son impecables, recuerdan a compositores veristas como Puccini, ya que seguían el principio de entretener con calidad, estando en consonancia con lo que pasaba en Europa”. Así, Amoedo destaca la dificultad de ejecución para los cantantes. 

“La leyenda del beso” estuvo en cartelera mucho tiempo y fue además un éxito en las ventas tras la publicación de su libreto para piano, algo que raramente se hacía, ya que los derechos sobre la obra los controlaba la Sociedad General de Autores y Editores.

Con todo la parte más popular fue y continúa siendo el Intermedio, “Amor de hombre”, que en el siglo XX recuperó Mocedades, algo anecdótico para Amoedo: “Desde el punto de vista musical no aportó gran cosa a la zarzuela, pero sí contribuyó a su difusión, por lo que creo que los autores estarían orgullosos, aunque en cierta forma se haya perdido su origen”. En su momento se grabó en gramófono y se emitió por la radio, sin embargo, tal y como explica el musicólogo, “fue la última pieza que se incorporó a la obra, ni a Soutullo, ni a Vert les apetecía escribirla, se iban pasando el encargo hasta que le tocó al de Ponteareas; una noche estaba con su cuñado, Diego San José de la Torre, y como no le salía nada, este le propuso que hiciera un refrito de una obra anterior”. Así transformó el intermedio de ‘La chica del Sereno’, que había estrenado un par de años, pasando sin pena ni gloria y se convirtió en un éxito. Llegó a repetirse hasta cinco veces la noche del estreno. “El público en aquella época era más participativo, ovacionaba para pedir la repetición o pateaba, muchas veces pagado, para boicotear la obra”.

Para el estudioso, la diferencia con la primera vez que se interpretó el intermedio está en el nivel de los músicos. “En el estreno de ‘La leyenda del beso’ tocó una orquesta muy buena, la otra era tipo charanga y el espíritu de la época defendía el divertimento, pero con calidad”. El éxito de esta zarzuela supuso un punto de inflexión en la carrera de Soutullo-Vert: “Fue su consolidación con un reconocimiento que se materializó con un homenaje en Madrid ese mismo año, al que acudieron compositores de la talla de Amadeus Vives (‘Maruxa’), Pablo Luna, que llegó a ser director del teatro de la zarzuela, y Francisco Alonso”. La llegada del cine desplazó a la zarzuela como espectáculo principal. Con todo, el montaje de “La leyenda del beso” conlleva una gran dificultad, también vocal, “no admite una representación mediocre o de aficionados”, apunta Amoedo.

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