La mayoría de las churrerías ya no abren el día 1 tras ver que cada año se reducen a la mitad las ventas del anterior

Los churros viven su peor momento

Lejos quedan los tiempos en los que las churrerías hacían su agosto en la última semana de diciembre. foto: vicente.
Las nuevas generaciones ya no celebran la llegada del nuevo año desayunando el cada vez menos tradicional chocolate con churros. Al menos, esto es lo que ocurre en Vigo, donde los churreros reconocen que cada año se vende menos cantidad. El descenso se atribuye al cambio en las costumbres de la gente, a que es un producto caro si se compara con otros y a que es un alimento que ’engorda’, algo que se evita hoy en día.
Las modas son pasajeras y se desvanecen con el tiempo, pero también las tradiciones más arraigadas corren el peligro de desaparecer con el paso de los años. El cambio de las costumbres, la llegada de las nuevas generaciones y los diferentes hábitos alimenticios provocan que cada vez sean menos los que se apuntan al tradicional desayuno del chocolate con churros en la madrugada del día 1 de enero.
En Vigo, quienes más notan esto son las churrerías, que ya no venden ni tan siquiera la cuarta parte de lo que vendían hace años durante la última semana del año, la de más trabajo para ellos. ’Ahora vendemos en esta época tres mil churros, cuando hace un par de años se vendían seis o siete mil’, explica Javier, gerente de las dos churrerías Bonilla de Vigo. Recuerda que ’en una Navidad incluso se llegaron a vender 16.000 churros, pero de eso han pasado ya más veinte años’.
’El problema es que ahora no está de moda comer’, explica el responsable de Bonilla, que afirma que cada año se venden la mitad de churros que el anterior. Cree que la razón fundamental es que ’es evidente que los churros engordan, como muchas otras cosas, y eso no es lo que se lleva ahora’. ’De hecho, hace varios años que nosotros cerramos el día 1 de enero porque ya no nos compensa económicamente abrir la churrería ese día’, asegura Javier, que lamenta que las costumbres estén cambiando y que se pierdan este tipo de tradiciones.
La crisis no es la responsable de este descenso, aunque los profesionales del sector afirman que su producto es caro ’si tienes en cuenta que por lo que te cuesta un chocolate con churros te puedes tomar otra copa’, ironiza Javier. Con él también coincide Gerardo Álvarez, dueño de la Churrería JR, que asegura que el descenso es más evidente cada año y, aunque durante esta semana siguen teniendo la mayor acumulación de trabajo del año, ’las costumbres están cambiando y ahora la gente joven no acude a las cafeterías a desayunar unos churros, sino que prefieren gastar ese dinero en otra copa o en un bocadillo’. ’Hace diez años había colas para comprar churros’, recuerda Gerardo, que cree que ’aún tardará unos años, pero al final la tradición acabará por perderse’.

La tradición de las uvas cumple cien años repleta de buena salud

Tras cien años de vida, la tradición de las doce uvas de la suerte, al contrario de lo que ocurre con el chocolate con churros, está cada vez más arraigada en la ciudad, y de hecho de nuevo esta Nochevieja numerosos vigueses han salido a la calle y se han animado a apagar el televisor y celebrar la llegada del nuevo año en la Plaza de América al compás de las campanadas del reloj del instituto Santa Irene. Las uvas, al más puro estilo de la madrileña Puerta del Sol, no podían faltar en esta ocasión, y por este motivo los organizadores de la fiesta las repartieron de forma completamente gratuita.
De este modo, también los ciudadanos extranjeros presentes en la fiesta, sobre todo inmigrantes de Latinoamérica, pudieron sumarse a una de nuestras más antiguas tradiciones, ya centenaria, que consiste en tomar doce uvas al compás de las doce campanadas de medianoche que marcan el comienzo del nuevo año. Tras cumplir correctamente con este rito, se tendrá suerte y prosperidad durante el año entrante, también se puede pedir un deseo que se cumplirá, o incluso hacer doce peticiones, dependiendo de la costumbre de cada lugar.
Lejos queda ya el año 1909, en el que unos cosecheros de la zona de Levante decidieron aliviar el exceso de producción de uva ese año con la creación de esta nueva costumbre, que arraigó con fuerza en España.

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