Los cardiólogos del Cunqueiro ven el estrés crónico como factor de riesgo

Salud

La Unidad de Rehabilitación Cardiaca del Cunqueiro busca indicios de depresión o de ansiedad en el paciente y en caso necesario realiza un abordaje psicológico presencial

De izquierda a derecha, Lorena Brandariz (fisioterapeuta), María Jesús Garrido (nutricionista), Conchi Abreu (enfermera),Marisol Bravo (cardióloga clínica), Cristina Prieto (psicóloga clínica), Damaris Carballeira (cardióloga clínica),  Laura Antón (enfermera) y António López (médico rehabilitador físico).
De izquierda a derecha, Lorena Brandariz (fisioterapeuta), María Jesús Garrido (nutricionista), Conchi Abreu (enfermera),Marisol Bravo (cardióloga clínica), Cristina Prieto (psicóloga clínica), Damaris Carballeira (cardióloga clínica), Laura Antón (enfermera) y António López (médico rehabilitador físico).

La carga emocional (estrés psicosocial, ansiedad o depresión) se considera como un factor de riesgo más para las enfermedades cardiovasculares. Además, a un paciente con estas afecciones le resulta más difícil afrontar los cambios de estilo de vida que requiere la enfermedad cardiovascular, según explica la coordinadora de la Unidad de Prevención de Riesgo Cardiovascular y Rehabilitación cardiaca del Cunqueiro, Marisol Bravo. Por este motivo, un equipo de profesionales valora si existe este riesgo en los pacientes que entran en el programa de rehabilitación tras sufrir un ingreso por una enfermedad cardiovascular y los tratan con consejo, terapia cognitivo conductual o con fármacos porque en el seguimiento posterior “se ha demostrado que conlleva una mejoría en reducción de mortalidad y eventos cardiovasculares”.

¿Cómo afectan estos estados anímicos al corazón? La cardióloga clínica Marisol Bravo explica que en la ansiedad y el estrés crónico, nuestro organismo libera un exceso de hormonas como catecolaminas o cortisol. Estas sustancias producen incremento en la frecuencia cardiaca y en la tensión arterial, a veces incluso pueden favorecer la vasoconstricción (estrechamiento de vasos sanguíneos transitorio), empeoramiento del colesterol y la glucosa en sangre, todo lo cual, a su vez puede incrementar el riesgo cardiovascular, cuando se mantienen de forma crónica y desproporcionada.

Por otra parte, la depresión conlleva como características fundamentales falta de motivación y tristeza, todo lo cual puede favorecer el sedentarismo, falta de ejercicio físico, tendencia a comer en exceso (a veces por aburrimiento), e incluso en algunos casos a olvidos en la toma de medicación. El aislamiento social, en ocasiones también tiene consecuencias negativas para la salud, por cuanto se asocia con mayor tendencia a la depresión y menor interés por el autocuidado, lo cual incluye menos atención en la alimentación adecuada, en la toma de medicación y dificulta el desapego de determinados hábitos como el fumar o consumo de alcohol, que en ocasiones, son tomados como refugio.

¿Cómo combatir el estrés “malo”? La psicóloga clínica de la Unidad de Rehabilitación Cardiaca, Cristina Prieto, señala que lo fundamental es “tomar conciencia del problema para poder iniciar cambios”. Se trata de modificar hábitos que pueden estar instaurados hace mucho tiempo y que pueden llevar a padecer una enfermedad, como dieta, sedentarismo, consumo de tóxicos. También propone el aprendizaje de estrategias de afrontamiento más adaptativas o el uso de técnicas de relajación.

Subraya que el primer paso es pararse a pensar si dedico un tiempo a cuidarme. “El autocuidado de uno mismo, tenerse en cuenta, dedicarse un tiempo al día, realizar alguna actividad gratificante es una de las herramientas fundamentales para prevenir y afrontar el estrés”. El ritmo de vida hace que sea difícil, pero señala que no hace falta mucho tiempo. “Hacer algo de ejercicio al día, quedar con un amigo, salir a pasear o simplemente darse una ducha relajante son ejemplos de actividades que se pueden introducir. Además, el reforzar los hábitos saludables como una actividad gratificante más también es una buena forma de hacer frente al estrés. Muchos de nuestros pacientes al acudir al gimnasio en el hospital, se dan cuenta de que lo pueden hacer en su vida cotidiana y es algo que disfrutan porque libera endorfinas”.

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