La galopante subida de precios experimentada los dos últimos años tiene muchas ramificaciones y una de ellas es el aumento de los robos y hurtos, como muestran las últimas estadísticas de criminalidad en la ciudad publicadas por el Ministerio del Interior. Concretamente, los robos con fuerza en domicilios, establecimientos y otras instalaciones se incrementaron un 8,6% entre 2022 y 2023 si se atiende al acumulado entre enero y septiembre, pasando de 371 a 403. Y uno de los sectores que más está sufriendo esta oleada de robos es el de la construcción.
“Robos en las obras los ha habido siempre porque ahí hay muchas máquinas y herramientas de utilidad que luego los ‘cacos’ utilizan para vender en mercados de segunda mano y hacer un dinero”, comenta Miguel Caruncho, presidente de la Asociación de Constructores de Pontevedra (ACP). Sin embargo, sí que ha notado que “en los últimos dos años, con el incremento del precio del acero y el cobre, los robos en edificios en obras han aumentado, aunque de momento no se trata de una situación alarmante”.
Los amigos de lo ajeno apuntan, usualmente, a obras de gran extensión en las que puede llegar a ser más fácil colarse sin ser visto y aprovechan estas vulnerabilidades para perpetrar estos robos en múltiples ocasiones. De hecho, según pudo saber este periódico, hay obras actualmente en ejecución en la ciudad que han sufrido cerca de media decena de robos de materiales y herramientas en cuestión de meses.
Ante esta situación, empresas promotoras y constructoras invierten cada vez más en todo tipo de sistemas de vigilancia y disuasión para tratar de cortar de raíz estas ‘incursiones’.
Las comunidades de vecinos, aliadas contra los ladrones
Para evitar los robos de materiales y herramientas en edificios en construcción, lo más usual, por parte de promotores y contratas, son los sistemas tradicionales, tanto de videovigilancia como de alarma. Así lo confirma el presidente de la ACP, Miguel Caruncho, que añade que, cuando la extensión de la obra es muy grande, “contratamos un cuerpo de seguridad privada que vigile el perímetro”.
Pero en entornos urbanos la situación es completamente diferente. Salvo en contadas ocasiones, las empresas promotoras no ven viable la contratación de seguridad privada para ejercer labores de vigilancia y tanto las alarmas como las cámaras son esquivables por ‘cacos’ expertos. De este modo, en obras que han registrado algún robo, las comunidades de vecinos de los alrededores han tomado parte como nuevos aliados para evitar la sustracción de materiales y herramientas en solares en construcción gracias a nuevos sistemas disuasorios que ya están funcionando en Vigo, como confirma el gestor de fincas Samuel Soto a este periódico.
Se trata de unos botones que se entregan a los vecinos con visión directa a la obra desde sus pisos que pueden pulsar cada vez que vean a algún intruso colándose. Nada más hacerlo, se encienden las luces de la construcción a modo de disuasión. La idea es que el o los ladrones piensen que el sitio no está sin vigilar y huyan al encenderse los focos sin necesidad de avisar a las fuerzas de seguridad.
De igual manera, en las obras de rehabilitación de fachadas con edificios contiguos, se utilizan novedosos sistemas de alarma que avisan al instante a los inquilinos para evitar que los ladrones aprovechen los andamios para colarse en las casas.
