La anorexia afecta al 1% de las adolescentes y tiene gran impacto

La psicóloga clínica y experta en anorexia Olaia Carrera.
photo_camera La psicóloga clínica y experta en anorexia Olaia Carrera.
El comedor terapéutico del hospital de día evita ingresos por este trastorno alimentario que afecta más a personas muy perfeccionistas o que son muy perseverantes

El Hospital de Día Infanto-Juvenil de Psiquiatría, que se encuentra en el Hospital Nicolás Peña, acaba de poner en marcha un comedor terapéutico pensado para personas con trastornos de conducta alimentaria pero que también beneficiará a otras patologías de salud mental que requieran cambios de rutinas o trabajar las habilidades sociales. 

Se trata del tercer hospital de día psiquiátrico de Galicia que dispone de comedor terapéutico en sus instalaciones, junto con los de Lugo y Santiago. En el caso de Santiago el comedor terapéutico abrió en octubre del año pasado y los profesionales que trabajan allí han podido comprobar que permite agilizar altas y evitar ingresos facilitando así que el adolescente pueda continuar con su vida. Esto afirma la psicóloga clínica del Complejo Hospitalario de Santiago Olaia Carrera, que es también doctora en Psicología con una tesis relacionada precisamente con la anorexia.

Esta experta indica que la anorexia se produce por distintos factores en personas que una vez que bajan de peso no pueden remontar aunque quieran, que tienen que seguir adelgazando y se meten en un círculo vicioso difícil de romper. Considera que puede haber una “vulnerabilidad genética” porque si la mayoría de mujeres están sometidas a presiones sociales e ideales de belleza similares, menos del 1% de las adolescentes desarrollan este trastorno que es poco frecuente pero que tiene mucho impacto a nivel personal, familiar y emocional. Se suele dar en personas perfeccionistas o con tendencia a la perseverancia que ante situaciones de estrés intentan recuperar el control de su vida mediante el control de la alimentación, con lo que entran en un círculo vicioso del que algunas personas no pueden salir. La edad de inicio habitual está entre los 13 y 14 años, pero puede producirse a los 20 o 25.

La psicóloga afirma que tanto familias como pediatras deben estar alerta ante las señales de alarma, como un excesivo interés en alimentos saludables o cuando eliminan alimentos de su dieta habitual y esto va acompañado de una bajada de peso o un aumento del ejercicio físico. No existe un tratamiento farmacológico, sino que está recomendado el restablecimiento del estado físico, nutricional, la terapia psicológica y si es necesario la intervención psiquiátrica. 

Con la pandemia aumentaron los casos, aunque la tendencia al aumento de casos era anterior a la irrupción del coronavirus. El confinamiento provocó estrés e incertidumbre y estos pacientes se manejan mal en estas situaciones. “En pandemia nos machacaron mucho con que teníamos que cuidarnos, comer sano y movernos. Las personas con esa vulnerabilidad se concentraron en ese objetivo y lo llevaron al extremo, hasta que se acabó convirtiendo en un descontrol”, subraya la psicóloga.

Sobre los “enemigos externos”, recordó que la anorexia nerviosa se describió como tal en 1870. Sin embargo, la explicación que se dio a ese cículo vicioso, al ayuno y la actividad física, fue cambiando a lo largo de los años. Reconoce que las redes sociales no ayudan cuando las pacientes están muy obsesionadas con el tema de las calorías y el aspecto físico. “Ahora todo está a golpe de clic, no es solo buscar información, sino que los algoritmos hace que les bombardeen con información que ”para cualquier adolescente es perjudicial, no solo para ellas que son más sensibles".

 Preguntada sobre las medidas de prevención, al ser un trastorno poco frecuente considera que en este caso es más útil la detcción temprana y cnsultar cuanto antes al psicólogo. “Cuánto más tiempo pasen con la enfermedad y más peso hayan perdido más difícil es la recuperación. Una detección temprana facilita el tratamiento y mejora el pronóstico”.

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