Sanidad

500 alumnos siguen en Vigo el programa para la prevención del suicidio

El equipo de instructores de las consellerías de Educación y Sanidad, con formadores del Instituto Karolinska.
photo_camera El equipo de instructores de las consellerías de Educación y Sanidad, con formadores del Instituto Karolinska.
La iniciativa promueve los debates y los juegos de rol para que los escolares aprendan a gestionar situaciones complicadas de la vida y reconozcan la necesidad de pedir ayuda 

Unos 500 escolares de tercer curso de la ESO de centros públicos y concertados de la comarca elegidos de forma aleatoria participan este año en el programa YAM, una iniciativa de la Xunta para prevenir el suicidio, afrontar situaciones de estrés y, en general, para promover la salud mental entre los adolescentes.

En Vigo se está llevando a cabo en el instituto de O Castro y está previsto empezar en el IES Valadares, en el Martín Códax y en el colegio Miralba. Otros dos institutos, el San Tomé y el Alexandre Bóveda, ejercen como centros “control” (sirven para comparar los resultados entre los centros que aplican el programa y los que no lo tienen). 

Fuera de la ciudad participan el IES Primero de Marzo en Baiona, el María Soliño de Cangas, así como los institutos de Redondela, Salceda, Salvaterra y A Guarda.

El programa fue diseñado por el Instituto Karolinska de Suecia, una de las universidades de medicina más importantes del mundo y referente en neurociencias, entre otros campos, y se probó en países de todo el mundo. Profesionales del Karolinska acudieron a Galicia en junio del año pasado para formar a los 20 “instructores” del programa, que son orientadores de la Consellería de Educación y profesionales de Salud Mental del Sergas. Cada uno de ellos cuenta con un ayudante en el aula, reclutado entre residentes de psicología, psiquiatría o enfermería de salud mental. 

La intervención se realizan en horario lectivo y no participan los profesores del centro educativo.

La principal novedad es que el protagonismo recae sobre el alumnado, que participa en debates y juegos de rol para reflexionar sobre sus propias emociones, considerar distintos enfoques, aprender a gestionar situaciones complicadas de la vida y saber cuándo y a quién se debe pedir ayuda.

El primer paso es una encuesta sobre salud mental que se realiza al principio y al final del programa, tanto en los centros donde se aplica el YAM como en los de “control”. A partir de ahí, se despliega el trabajo en cinco sesiones que se llevan a cabo en tres semanas consecutivas.

En la primera semana se celebran en un solo día las dos primeras sesiones. En la primera se presentan los instructores y explican en qué consiste el programa, mientras que en la segunda los escolares trabajan en grupo sobre diversos dilemas morales. En la siguiente semana se suceden la tercera y cuarta sesión, en las que se realizan juegos de rol para que los estudiantes se pongan en la piel de otra persona e interpreten situaciones que trabajaron en jornadas previas, por un lado relacionadas con estrés y crisis y por otro lado sobre depresión y riesgo suicida. La tercera semana culmina con la quinta sesión, en la que no se desarrollan nuevos contenidos, sino que se cierra el trabajo.

“Prevenimos problemas antes de que lleguen a la consulta” 

“No se trata tanto de dar estrategias a los alumnos para resolver problemas, afrontar el estrés y el malestar emocional, sino de que las busquen y las compartan entre ellos”. Esto afirma una de las instructoras del YAM, Antía Brañas, que es también psiquiatra del equipo de hospitalización infantil y juvenil del área de salud mental del Cunqueiro.

La psiquiatra destaca que se trata de un programa de prevención universal, que permite actuar con población no clínica para evitar que se desarrollen problemas de salud mental y menciona los estudios científicos que demuestran la eficacia de esta iniciativa “innovadora”. Por otro lado, valora que se favorezca el diálogo y la cohesión del grupo a la hora de buscar estrategias.

Para ella, que trabaja en un hospital atendiendo patologías de salud mental, es también una experiencia muy interesante. “Vamos a los centros educativos a tratar de prevenir que haya problemas en vez de atenderlos desde la consulta”. Confirma que en los hospitales viven un aumento de la prevalencia de problemas de salud mental y asegura que las causas son múltiples.

Miguel Calvo: “El programa YAM es muy potente y gusta mucho a los escolares”

El orientador educativo MIguel Calvo es uno de los instructores del YAM.
El orientador educativo MIguel Calvo es uno de los instructores del YAM.

Uno de los instructores es Miguel Calvo, un profesional que forma parte del equipo de orientadores de la Consellería de Educación en Pontevedra y que está especializado en trastornos de la conducta. Se formó para el YAM y tras las primeras sesiones con el alumnado asegura que es “una iniciativa muy potente y que gusta muchísmo al alumnado”. Durante las sesiones, que consideran como “un espacio seguro”, comprobó “la necesidad que tenían los alumnos de hablar y comunicarse” y también le sorprendió el hecho de que a la hora de pedir ayuda “no cuentan tanto con las personas adultas sino con los iguales”.

Tanto él como su ayudante llevan el peso de la sesión en el sentido de que son como “una guía en la sombra”, pero asegura que el verdadero protagonismo es de los alumnos y esta es “una de las fortalezas del programa”.

Considera que muchos de ellos están acostumbrados a que el profesor imparta la lección y ellos escuchan, pero el YAM es todo lo contrario. “El instructor entra en el aula con un perfil diferente, no entra a juzgar, a dirigir o a ver lo que tienen que hacer, sino a promover que hablen”, subraya. No se considera un mediador y apunta que incluso cuando salen cuestiones inadecuadas o dudas ante situaciones difíciles “damos la vuelta a la pregunta y se la planteamos al resto de compañeros para que se vayan regulando”. El programa fomenta la ayuda mutua y también la petición de ayuda externa cuando es necesario. En las sesiones se encontraron con algún desbordamiento emocional. “En la vida hay malestares y bienestares, les enseñamos que los malestares emocionales hay que transitarlos, no evitarlos”.

El objetivo del programa no es detectar problemas, aunque si ven una situación de riesgo ya advierten en la primera sesión que deben comunicarla. La idea es proporcionar estrategias para enfrentarse a estas situaciones y para que sepan cómo pedir ayuda llegado el caso.

Preguntado por su trabajo como orientador, opina que en los últimos años detecta una mayor sensibilidad en los centros con respecto a la vertiente personal del alumnado y su bienestar emocional. Señala que sería importante dinamizar la acción tutorial y utilizarla para favorecer la cohesión del grupo y que los alumnos hablen sin juzgarlos.

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