1.500 servicios de intérprete para personas sordas de Vigo al año

Miguel Ángel González Lloves y Antonio Castro Neira, en la asociación de la calle Romil.
photo_camera Miguel Ángel González Lloves y Antonio Castro Neira, en la asociación de la calle Romil.
La asociación celebra el 4 de junio los actos centrales del 50 aniversario de su creación en la ciudad, con la entrega de medallas a los socios que cumplen sus bodas de oro

La Asociación de Personas Sordas de Vigo realiza unos 1.500 servicios de intérprete en lengua de signos al año tanto para los socios como para todas las personas sordas que lo soliciten. 

Cuentan con dos intérpretes para toda la comarca de Vigo, a los que se añaden otros tres que aporta la federación gallega para cubrir las necesidades de la provincia de Pontevedra. Son cinco profesionales que trabajan de lunes a viernes. Es un servicio muy valorado pero insuficiente. La asociación viguesa lleva tiempo demandando que exista un intérprete o personas con formación en lengua de signos en hospitales como el Cunqueiro. Explican que si una persona sorda tiene que ir a Urgencias el fin de semana o fuera del horario de los intérpretes lo tiene muy complicado. “Avisas al llegar de que eres sordo, pero luego hay un cambio de turno y el siguiente que te llama no lo sabe. O si estás ingresado el médico pasa visita cuando puede, aunque a veces intentan adaptarse al horario al que puede venir al intérprete”, explican.

Este es solo uno de los servicios que ofrece la Asociación de Personas Sordas de Vigo, que este año celebra su 50 aniversario en la ciudad. Tienen también servicios de atención psicológica, de orientación laboral, educativos y culturales. El presidente, Antonio Castro Neira, destaca también el papel de la asociación como representante de las personas sordas y para darles visibilidad.

El 50 aniversario se celebra con actividades que empezaron en febrero y culminan en septiembre próximo, desde charlas hasta excursiones o el homenaje a los socios más antiguos, entre otras muchas. El pasado 2 de abril entregaron las medallas a los socios que cumplían 25 años en la entidad en presencia de tres de los nueve presidentes que tuvo la asociación y el 4 de junio, cuando tendrá lugar el acto central con las autoridades, se entregan las medallas a los que cumplen las bodas de oro, según explica Miguel Ángel González, presidente del comité del 50 aniversario.

La entidad nació en 1958 pero no tuvo actividad real hasta el año 1972, cuando abrió su primera sede en Gran Vía y tras pasar por otras instalaciones terminó en el local cedido por el Concello de Vigo en Romil 22. En 2006, con Corina Porro de alcaldesa, les hicieron Vigueses Distinguidos. En los inicios cumplían una función de punto de encuentro y de actividades para las personas sordas, “era el lugar donde se podían comunicar con personas en su propia lengua de signos”. Esa función se mantiene pero ahora son más importantes los servicios que presta, como el de intérpretes, porque “mejora su autonomía y su calidad de vida”. Ofrecen también cursos de lengua de signos de la federación todos los años para población general. Las nuevas tecnologías han venido a facilitar la comunicación e incluso las televisiones convencionales y las plataformas tienen subtítulos para casi todo. “A lo mejor una película inglesa tiene todo subtitulado menos las frases que dice en español un actor mexicano por ejemplo y ahí no nos enteramos”.

“Muchos empatizan menos con nosotros que con ucranianos”

“Ahora todo el mundo está sensibilizado con los inmigrantes que vienen de Ucrania y que hablan un idioma distinto, pero no empatizan tanto con nosotros que también hablamos otro idioma”, lamenta Antonio Castro.

El colectivo viene de pasar un calvario doble en pandemia por el uso obligatorio de las mascarillas, que les impedían leer los labios de la población oyente. Casi nadie aceptaba bajársela un momento para comunicarse manteniendo los dos metros de distancia.

 Sin embargo, el problema no es solo la mascarilla. “Es un problema que tenemos siempre. Le pedimos al resto de la sociedad que empatice con nosotros, que se pongan en nuestro lugar e intenten adaptarse. Sabemos que el intérprete no puede venir a todas partes. Cuando vamos a una administración  nos gustaría que el funcionario intentase comunicarse con nosotros mirando a la cara, vocalizando, escribiendo algo o explicando con gestos. Hay gente que lo intenta, lo importante es la intención que pongan”, señala el presidente de la asociación.

Esta situación hace que muchas veces se sientan aislados. “Nuestra discapacidad es invisible. Si vas con una persona ciega o en silla de ruedas te das cuenta, con una persona sorda no. A mí por ejemplo me encanta el senderismo y a veces voy estresado al monte porque vienen ciclistas que avisan con el timbre y no frenan, nosotros no lo oímos”. La comunidad sorda dispone de adaptaciones personales como el audífono o el implante coclear, y también en el hogar aunque son mínimas.  Un ejemplo son los timbres, que se convierten en señales luminosas de distinto color para la puerta y para el telefonillo, o un sistema de vibración para el despertador, entre otros.

A la hora de trabajar tampoco necesitan adaptaciones, salvo convertir señales sonoras en luminosas, o un intérprete pero solo para hacer una entrevista de trabajo o para un reunión puntual. Tienen agentes de empleo que explican esta situación en las empresas para eliminar miedos o una posible deconfianza, y les explican las bonificaciones por contratar a una persona con discapacidad. Creen que la inserción laboral es similar a la del resto de la población.

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