El siniestro acontecido en la mañana de ayer a la altura de Cabo Silleiro en Baiona se saldó afortunadamente sin fallecidos, pero con los cuatro ocupantes de un bus de línea heridos de diversa consideración que tuvieron que ser trasladados en ambulancia. Jesús Martínez Magallanes se trasladó al lugar de los hechos nada más enterarse de que el microbús en el que iba su mujer, María de los Ángeles Arias Reyero, había sufrido un accidente y que además era una de las dos personas que había quedado atrapada en su interior.
Según relató a este diario, María de los Ángeles apenas se enteró de lo sucedido. “Sintió un topetazo, lo siguiente que vio fueron piedras”, explicó. Cuando llegó al kilómetro 22 de la PO-552 se encontró una estampa surrealista, con un despliegue de medios entre Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y de servicios de emergencias impresionante. Como pudo se enteró del estado de su mujer y en cuanto dieron la orden de traslado se fue con ella en la ambulancia dirección Povisa, donde a última hora de ayer permanecía hospitalizada. En un primer momento, su diagnóstico, aunque estable, apuntaba a una posible fractura de cadera, pero finalmente resultó ser la rodilla. Varias horas después de lo sucedido, su esposa continuaba sin recordar y en shock por la experiencia. “No se acuerda de nada, pero cuando se le vienen imágenes a la cabeza se viene abajo”, añade. A pesar de todo Jesús se siente afortunado porque dada la aparatosidad del accidente las consecuencias podrían haber sido diferentes. “Tuvimos mucha suerte pese al susto”, manifiesta.
La fortuna quiso que el autobús impactase de frente, primero con el pretil de hormigón abriendo un hueco directo contra una piedra. A falta de pruebas concluyentes las evidencias apuntan a que volcó de una manera poco usual al dar la vuelta literalmente sobre sí mismo, para acabar posado con las ruedas para arriba en una piedra puntiaguda y de grandes dimensiones. Esto fue lo que frenó al bus en su trayectoria que de otro modo hubiese sido inevitable ladera abajo. Si bien es cierto que la altura no es muy pronunciada, esta zona está plagada de rocas con lo que las consecuencias hubieran sido cuanto menos diferentes.
“La conductora mostró una tranquilidad sorprendente”
Juan Raposeiras Iñarrea es el capataz del Grupo de Emergencias Val Miñor que ayer estaba cubriendo el turno con su compañero Pablo Martínez Lemos. Sobre las 10 de la mañana de ayer recibieron la llamada del 112 alertando de una salida de vía de un bus con gente atrapada en su interior a la altura de Baredo. “Salimos directos sin saber lo que nos íbamos a encontrar, Pablo participó en el operativo de rescate del cuerpo de Albano y no daba crédito”, relata Raposeiras, quien admite que inevitablemente no pudo evitar relacionar el aviso con el accidente de Nochebuena. Al llegar se comenzaron con las labores de excarcelación, pero lo que más le llamó la atención a Raposeiras fue la tranquilidad con la que la conductora le iba dando indicaciones de cómo se encontraba. “Incluso nos sugirió que moviésemos el asiento y soltásemos el cinturón para poder sacarla y así procedimos. Finalmente la extrajimos por una ventanilla”, explica. Su sangre fría sorprendió a los efectivos de emergencias, sobre todo y teniendo en cuenta que la mujer llevaba al menos 25 minutos boca abajo, con una pierna atrapada y enganchada por el sistema de retención del bus. “Comenzó a quejarse de dolor una vez fuera del autocar, pero aún así nos indicó dónde se encontraba la bolsa con su documentación y la del vehículo. Un saber estar que no recordamos”, matiza. La intervención del GES duró en torno a dos horas, al finalizar se trasladaron a la base de Nigrán para evitar que el vehículo de bomberos siguiese obstaculizando la zona dadas sus dimensiones.
