La disponibilidad generalizada de internet en todo el mundo ha hecho de la red una fuente de consulta global de todo tipo de dudas, algo que en algunas ocasiones no es del todo beneficioso para los usuarios, especialmente en lo que respecta en temas médicos.
Los profesionales de la medicina destacan el aumento de pacientes denominados “cibercondríacos”, personas con una alta ansiedad por su salud e intolerancia a la incertidumbre, que encuentran en internet una fuente y un servicio para comprobar, revisar y estar en contacto con lo que suponen sus principales preocupaciones, una situación que hace que personas sanas llegan a creerse enfermas cuando no es así.
El aumento de hipocondríacos digitales se ha incrementado año tras año, creyendo que lo que muchas veces un desconocido escribe en la red, bien en blogs o en comentarios, son verdades absolutas sin que el usuario haya hecho ni una sola consulta a su médico de cabecera.
El “cibercondríaco” es una persona que busca de forma excesiva información en buscadores de internet acerca de síntomas de enfermedades, llegando a pensar que lo escrito en la red, o lo difundido en videos virales, lo está padeciendo. La alarma en este tipo de perfiles salta con cada nueva enfermedad de la que se hacen eco los medios de comunicación, lo que se ha visto acrecentado en la pandemia y postpandemia.
Muchos contenidos de internet están diseñados para llamar la atención, centrarse en lo espectacular o crear un hábito de consumo de esos contenidos en los posibles usuarios. Esto agrava el estado compulsivo de una persona hipocondríaca, pese a que, en un primer momento, pueda verlo mitigado al encontrar una respuesta rápida sobre cuestiones que le preocupan sobre su salud o la de sus seres queridos. Las compulsiones que sufren este tipo de personas por tratar de encontrar en internet una respuesta rápida a aquello que les preocupa en el ámbito de la salud se van repitiendo de una manera más frecuente e impactando en su funcionamiento cotidiano.
Los pacientes y usuarios de internet deben tener en cuenta que la red, además de contenidos de calidad, también amplifica informaciones poco rigurosas sobre temas de salud, que no favorecen a una persona sana, pero menos aún a aquella más vulnerable al desarrollo de una conducta hipocondríaca.
