¿Por qué existen los años bisiestos?

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Como ya sabemos, este 2024 tendrá un día más y febrero se irá a los 29 días, ya que nos encontramos en año bisiesto. Pero, ¿por qué ocurre esto?

El último fue en el temido 2020. Cuatro años después, nos volvemos a encontrar con un año bisiesto y febrero tendrán 29 días en lugar de 28. Aunque es un hecho que tenemos perfectamente integrado en nuestra cultura, siempre que sucede nos viene la misma pregunta: ¿porqué hay años bisiestos?

Para responderla tenemos que remontarnos unos miles de años atrás.

Medir el tiempo

Durante siglos, hemos intentado sincronizar los calendarios con la duración del año natural, lo que ha sido un poco caótico. El concepto del año bisiesto aportó una forma de compensar el tiempo perdido.

El año solar tiene aproximadamente 365,2422 días. Ningún calendario puede igualar ese número o ignorar sin más esas décimas, pues supondría un problema mucho mayor. 

Los antiguos egipcios cultivaban cada año la noche en que desaparecía la estrella más brillante del cielo; los historiadores de las antiguas Grecia y Roma también se basaban en las posiciones de las estrellas para fijar eventos en el tiempo; y los líderes religiosos esperaban que los días festivos se alinearan con las estaciones y las fases lunares.

Por ello, la mayor parte del mundo moderno ha adoptado el calendario gregoriano y su sistema de año bisiesto, para que así los días y los meses sigan a las estaciones.

Reformas del año bisiesto

En la época de Julio César, había muchos desajustes con este calendario, ya que el cuarto de día que se añade al año bisiesto anualmente es más largo de los 0,242 días restantes del año solar. Esto hacía que el año natural fuera unos 11 minutos más corto que su homólogo solar, por ello ambos divergían un día entero cada 128 años. 

Así, entre que Julio César introdujo este sistema y el sigo XVI, se había provocado un desfase de unos 10 días en fechas importantes en las festividades cristianas. 

Al papa Gregorio XIII le pareció insostenible, por lo que instauró su calendario gregoriano en 1582 tras la drástica adopción de otra táctica para distorsionar el tiempo. 

Lo que hizo Gregorio fue sacar 10 días del mes de octubre, después modificaron las normas del día bisiesto para corregir el dilema.

Ahora nos saltamos los años bisiestos divisibles por 100, como el año 1900, a no ser que sean divisibles por 400, como el año 2000, en cuyo caso sí se respetan. Abandonar esos tres días bisiestos cada 400 años mantienen el ritmo del calendario.

Así, realmente se añade un día al año cada cuatro años para corregir el desfase que existe entre la duración del año trópico (365 días, 5 horas, 48 minutos, 45, 10 segundos) y el año calendario de 365 días. 

Problemas a futuro

El sistema actual del calendario gregoriano iguala los días fraccionarios del año solar y el calendario del año bisiesto, saltándose de vez en cuando un día bisiesto.

Este sistema produce una duración anual media de 365,2425 días, solo medio minuto más largo que el año solar. Así, el calendario gregoriano tardará 3.300 años en desplazarse un día del ciclo estacional.

Por lo tanto, las generaciones futuras deberán decidir qué hacer sobre el año bisiesto. 

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