Fentanilo, la "droga zombi" que causa estragos en EEUU

Consumidores de fentanilo en una calle de Philadelphia, en EEUU.
photo_camera Consumidores de fentanilo en una calle de Philadelphia, en EEUU.
Desde el año 2000, más de medio millón de estadounidenses han muerto por el abuso de drogas

El consumo de fentanilo y otros opiáceos está provocando la peor crisis de drogas de la historia de Estados Unidos y llega ya a todos los rincones del país. Los datos son contundentes: más de 1.500 personas de media mueren a la semana por consumir algún tipo de opiáceo, la principal causa de sobredosis mortal en el territorio. El fentanilo, también conocida como “droga zombi”, es un potente opiáceo sintético hasta 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más que la morfina, ganó notoriedad durante los últimos años, especialmente a raíz de la pandemia de coronavirus.

Desde el año 2000, más de medio millón de personas murieron de sobredosis, la mayoría por el consumo de este tipo de droga, según datos del Centro Nacional de Estadísticas de Salud. En 2021, en plena pandemia de covid-19, el país registró una cifra récord de sobredosis, con más de 100.000 muertos en todo el país en tan solo un año. De estos decesos, más del 66 por ciento están relacionados con el consumo de fentanilo, tal y como recoge un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Estos datos suponen una media de 21,6 muertes por cada 100.000 habitantes.

Sobredosis

Las muertes por sobredosis de fentanilo se concentran en consumidores de entre 34 y 44 años -con una tasa de 43,5 por cada 100.000 habitantes-, seguido muy de cerca por personas de entre 25 y 34 años -40,8 por cada 100.000 habitantes-, mientras que la mayoría son indios americanos, por delante de los afroamericanos. Las regiones más afectadas son Connecticut, Maine, Massachusetts, New Hampshire, Rhode Island y Vermont, así como los estados de Delaware, Maryland, Pensilvania, Virginia, Virginia Occidental y Washington D.C, si bien se registraron decesos en las diez regiones sanitarias del país.

Los expertos coinciden en que el problema se remonta a la alta prescripción de estos productos para hacer frente al dolor crónico, una situación que creció ante la irrupción de carteles y redes de tráfico ilegal de drogas, que inundaron el mercado negro con grandes flujos de la llamada “heroína barata” y opiáceos sintéticos. Los medicamentos como la oxicodona, la morfina y el fentanilo son a menudo recetados para tratar el dolor agudo, mientras que la metadona es utilizada en procesos de rehabilitación de personas con adicción.

La Administración de Control de Drogas estima que las redes criminales están produciendo pastillas en masa para hacerlas pasar por medicamentos legales obtenidos con receta. Estas pastillas, accesibles a través de Internet y redes sociales, pueden contener dosis mortales de fentanilo. Los opiáceos ganaron popularidad entre los médicos en la década de los 90 para tratar a pacientes que se habían sometido a cirugía o padecían cáncer, unos tratamientos impulsados por farmacéuticas como Purdue, que comenzaron a introducir medicamentos como el Oxycontin en el mercado. En la década de los 2000, no obstante, los médicos comenzaron a recetarlos para tratar afecciones crónicas, como dolor de espalda o articulaciones, a pesar de las preocupaciones sobre su seguridad y eficacia.

Falta de control

La primera ola de la crisis llegó así ante una falta de control sobre el uso de estos medicamentos debido a la autonomía con la que contaban las clínicas privadas para prescribirlos, a lo que se sumaba una insuficiente regulación y coordinación por parte del sistema. Este aumento de las prescripciones se vio influido por las garantías dadas por las empresas farmacéuticas, que aseguraban que el riesgo de adicción era bajo. 

Cuando las medidas puestas en marcha para frenar esta ola empezaron a surtir efecto, la heroína ganó terreno como sustituto de medicamentos como la oxicodona, cuyo uso estaba muy extendido. Las muertes por sobredosis por la heroína aumentaron un 286% entre 2002 y 2013 a medida que los adictos buscaban alternativas. En 2016 hubo más de 20.000 muertes por fentanilo y drogas similares, después de que entrara en masa por los narcos chinos.

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