SALUD

Dietas "milagro"

Las dietas milagro a menudo no logran un aporte adecuado de nutrientes.
photo_camera Las dietas milagro a menudo no logran un aporte adecuado de nutrientes.


Como cada año surgen en esta época nuevos métodos de adelgazamiento. Algunos programas son sensatos y adecuados, mientras que otros, lejos de promocionar una alimentación sana y equilibrada, prometen pérdidas de peso rápidas con el mínimo esfuerzo, poniendo en riesgo la salud. 
En general, estos planes de adelgazamiento se caracterizan por la eliminación de un grupo de alimento o nutriente acompañado de una limitación calórica importante con menos de 800 kilocalorías al día. Son dietas muy severas en energía, cercanas peligrosamente al ayuno y que en la mayoría de los casos no logran mantener una distribución adecuada en el aporte de los nutrientes principales: proteínas, lípidos e hidratos de carbono. 
El desequilibrio de energía y proteínas que conlleva los planes extremos, es incompatible con un buen estado nutricional. No lograr los requerimientos nutricionales es un riesgo para la salud ya que pueda dar pié a estados de desnutrición y de déficit de nutrientes como las vitaminas y los minerales (vitamina A, D, E, calcio, hierro, zinc, etc.) favoreciendo la aparición de osteoporosis y de trastornos en la coagulación sanguínea, por ejemplo. Además, una ingesta calórica inadecuada puede empeorar el riesgo cardiovascular de pacientes,  inducir cambios en el metabolismo energético que produzcan “resistencia” a la pérdida de peso y favorecer la aparición de trastornos de la conducta alimentaria,  entre otros riesgos
Algunas de las dietas propuestas provocarían carencias nutricionales a largo plazo, sin embargo, en pocas ocasiones, se materializan los peligros para la salud debido a que la dieta suele abandonarse pasadas unas semanas.
La pérdida de peso inducida por las “dietas milagro”, se realiza mayoritariamente a expensas de la masa muscular y no del tejido adiposo. Esta “falsa” disminución de peso conlleva una consecuencia especialmente negativa, que es la destrucción de un tejido protector (de huesos y articulaciones) muy activo metabólicamente. Esta circunstancia agrava a su vez un problema añadido, el temido “efecto rebote”, que obedece a una tendencia exagerada de recuperación del peso, con mecanismos activados por el propio ayuno (aumento del apetito y ahorro de energía) a lo que se enfrentan muchas personas cuando regresan a su alimentación habitual. 
Las dietas muy bajas en calorías (que aportan de 200 a 800 kcal/día) mal formuladas, pueden incrementar las cetonas urinarias que interfieren con la eliminación renal del ácido úrico, lo que produce un aumento de sus concentraciones séricas o gota. Asimismo, el aumento de concentraciones séricas de colesterol debido a la movilización de las reservas adiposas entraña un riesgo de formación de cálculos biliares. Otras reacciones adversas son la intolerancia al frío, la fatiga, los mareos, el nerviosismo, la euforia, el estreñimiento o la diarrea, la sequedad cutánea, la anemia y las irregularidades menstruales.
Adelgazar no es un proceso ni fácil ni rápido. Requiere una estimación acertada y ajustada a las necesidades nutricionales y a las características de cada individuo. El asesoramiento individualizado y en grupo, el acceso recetas, a listas de compra y el apoyo telemático para evaluar los progresos en la pérdida de peso y los posibles retrocesos, son algunos de los aspectos atrayentes para seguir los programas. 
Los consumidores continúan necesitando información adecuada para diferenciar los programas dietéticos buenos y válidos de los malos. Acudir a un profesional que establezca, guíe y controle un plan de adelgazamiento personalizado, contribuirá a que los resultados puedan mantenerse en el tiempo, evitando efectos perjudiciales para la salud.
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