La camomila multiusos

Vista de unas flores de manzanilla.
photo_camera Vista de unas flores de manzanilla.

La camomila común, camomila silvestre, manzanilla común o manzanilla dulce, llamada también camomila alemana o falsa camomila y conocida científicamente como Matricaria chamomilla o Matricaria recutita, es una planta herbácea perteneciente a la familia de las Asteráceas, antes llamada Compuestas, originaria de la región de los Balcanes y extendida por toda Europa. Sinónimos de ella son Matriarca suaveolens, Camomila chamomilla y Chamomila recutita, entre otros. En gallego se le conoce también con el nombre de macela o margaza. Es otra de las especies vegetales que se usa para elaborar el “agua de San Juan”.

El nombre Camomila deriva del griego “kamai melon”, que significa manzana de tierra, por su olor similar a la manzana reineta. De ahí que se le llame también manzanilla. Matricaria, proviene del latín “matrix”, que significa útero, en referencia a su efecto calmante en las infecciones uterinas y en los trastornos menstruales.

Crece espontáneamente en prados, campos y bordes de caminos, normalmente húmedos y bien soleados. Su tallo es más bien débil, erecto, cilíndrico y ramificado. Sus hojas, profundamente divididas y filiformes, son alternas. En la posición terminal de las ramas se presentan las inflorescencias. Las flores, parecidas a las de las margaritas, son de color amarillo en el centro con los pétalos blancos. Florece a finales de primavera o durante el verano. Es una planta anual y con un aroma característico, que se auto siembra, es decir, vuelve a nacer en los mismos lugares donde había estado el año anterior.

La camomila viene cultivada desde tiempos inmemoriales, debido a sus reconocidos beneficios para la salud. Hay que tener presente que la curación con remedios vegetales era lo habitual en la antigüedad y aun hoy lo es en muchos ambientes rurales, aunque cada vez menos. Viene ya citada en los herbarios asirios como “el regalo de los prados”. También fue descrita por Dioscórides en su obra De materia medica, escrita entre el 60 y el 78 d.C. y que serviría como modelo de inspiración para posteriores tratados sobre plantas curativas, tanto griegos como árabes.

Tanto los tallos tiernos como las flores se usan, frescos o secos, para hacer infusiones, las cuales además de ser digestivas, son buenas para el hígado, ya que estimula la secreción biliar. Se utiliza, asimismo, como vomitivo. Ayudan también a la expulsión de excesivas acumulaciones de gases en el intestino. Estas infusiones, que son una fuente notable de v itaminas A, B1, B2 y B5, tienen un ligero sabor amargo y es conveniente tomarlas siempre después de las comidas, especialmente cuando son copiosas o en casos de digestiones pesadas. Al igual que la camomila romana o camomila verdadera, conocida científicamente como Chamaemelum nobile, la falsa camomila posee, además, propiedades antiinflamatorias, vasodilatadoras y sedantes, motivo este último por el cual se recomienda tomar la infusión en casos de insomnio, ansia, estrés, agitación o tensión nerviosa, antes de ir a dormir. El incienso de camomila o los vapores de la misma son también relajantes, pudiendo difundirlos en el ambiente en las habitaciones de los niños para ayudarles a conciliar el sueño. Este efecto se ve reforzado si se mezcla con la lavanda. También se puede usar, como remedio casero, su vapor inhalado en caso de resfriados ya que ayuda a humedecer las vías respiratorias. Es un buen desinfectante de heridas y se recomienda su uso para la higiene ocular y, también, para enjuagues bucales. Es recomendable el uso de su “aceite esencial”, bien diluido, en baños aromáticos, en manifestaciones cutáneas de tipos alérgico, eccemas, dermatitis, psoriasis, micosis o para aliviar quemaduras producidas por el sol. También favorece la eliminación de líquidos y por consiguiente de ácido úrico y toxinas.

Para su uso medicinal es importante recoger sus flores todos los años, desde media mañana hasta el atardecer, y ponerlas a secar, extendiéndolas a la sombra, en un lugar seco y ventilado. Posteriormente, se pueden conservar, en lugares oscuros y sin humedad, en bolsitas de papel, en cajas o en recipientes de vidrio herméticos. También se encuentra comercializada en mercados o herboristerías en saquitos para hacer infusiones.

La manzanilla tiene también aplicaciones culinarias, para aromatizar ciertas carnes, como el pollo, o para aromatizar licores, dulces y confituras. Además, las infusiones se pueden aplicar al cabello para incrementar su luminosidad y su color rubio, especialmente en los niños. Por ello es componente de algunos champús. Antiguamente, sus flores secas se usaban como el tabaco para fumar en pipa. La manzanilla actúa como repelente de moscas y mosquitos.

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