Las Islas Atlánticas acababan de ascender a la categoría de Parque Nacional en julio de ese año. Cuatro meses después impactaba en las costas gallegas el vertido del “Prestige” que movilizó de forma espontánea a miles de voluntarios y provocó un grave daño medioambiental. Veinte años después las islas gozan de buena salud, pero el “Prestige” sigue presente como una advertencia de los peligros que acechan. El actual director del Parque Nacional, José Antonio Fernández Bouzas, resume en una palabra su recuerdo de aquella página negra: “impotencia”. Por aquel entonces, él no estaba en el parque, entró posteriormente y conoce bien las decisiones que se tomaron para defenderse de algo similar, con planes de contingencia, simulacros y chequeos continuos a la salud del parque.
El parque fue el primero de la Península Ibérica en entra en el convenio internacional Ospar sobre la protección del medio marino y está asimismo en el Plan Estatal de Protección de la Ribera del Mar contra la Contaminación (Plan Ribera). A mayores, es el único parque nacional de Europa que tiene un plan de contingencias propio diseñado para afrontar vertidos marinos accidentales, con simulacros periódicos en todos los archipiélagos. Se trata del Plan Territorial de Contingencias por Contaminación Marina Accidental (Plan Camgal), uno específico del parque nacional y otro que se redactó para toda Galicia.
