Manuel Castells: "Los procuradores somos un colectivo amenazado con la desaparición"

Manuel Castells en el set de AtlánticoTV.
photo_camera Manuel Castells en el set de AtlánticoTV.
Aunque reconoce que en estos tiempos tanto para su colectivo como para el de abogados jubilarse puede llegar a ser un acto de valentía

Tras 42 años de carrera profesional, pendiente de plazos, escritos, y juicios, el que fuera decano del Colegio de Procuradores de Vigo colgará la toga en unos meses. Aunque reconoce que en estos tiempos tanto para su colectivo como para el de abogados jubilarse puede llegar a ser un acto de valentía, considera que hay que ser “lo suficientemente sensato” para saber cuando parar. Consciente de la enorme evolución en su trabajo y en las dotaciones judiciales en todo este tiempo, lamenta que queden reivindicaciones pendientes “muy muy serias” para la procura.

 

 

¿Cómo recuerda sus inicios de procurador y cómo ha sido  la evolución?

La evolución es total. En 42 años que llevo de ejercicio en la profesión fue empezar desde lo más rudimentario a lo más moderno. Cuando yo comencé  íbamos con máquinas de escribir y papel cebolla para hacer copias y ahora ya hemos llegado a la nube. Estamos todo en la nube, no sé si nos caeremos. Entonces tenía 42 años menos que ahora y física y mentalmente se nota. Sí encuentro que hay diferencias. Sociológicamente había un interés personal de creer en hacer cosas, ahora es diferente.

Y esos cambios, ¿de qué forma  han influido en la profesión? 

Empezábamos acudiendo con el papel al juzgado, con las copias que le entregábamos al funcionario, no te daban justificante de recibo. Era absoluta fe ciega y no había problemas. Ahora con los ordenadores, la velocidad.., te conectas vía telemática. Antes había una mayor flexibilidad y ahora se fía más a la informática y al Lexnet que a las personas.  Da la impresión como si las personas fueran superfluas, como que eres una herramienta del sistema. La diferencia ha sido mucha, en cuarenta años se ha evolucionado lo que no se ha evolucionado en 200.

 Usted estuvo ocho años de decano y vivió  cambios importantes, precisamente la implantación de la vía telemática o la mudanza de la Oficina de Notificaciones, ¿cuál fue el momento más difícil de ese periodo?

Fue una ironía, porque todos los compañeros me preguntaban a mí cómo había que hacer con la implantación de la vía telemática. Era irónico  que yo  me viera involucrado en este sistema. Los compañeros confiaban en mí y salió bien, aunque tengo mis reservas, las  de haber sido, no solo yo, sino la profesión, un mero instrumento para actualizar un sistema judicial moderno que acaba reemplazado por la inteligencia artificial. Parece que sobramos  muchísimos.

 ¿Llegó  a pensar en algún momento que iba a trabajar en la Cidade da Xustiza?

No. El edificio ha sido el último eslabón de la cadena de cambios. Fue una decisión política, nos vimos implicados como agentes de la Administración de Justicia, pero poco pudimos hacer. Simplemente, estar allí y dar nuestra opinión. De la noche a la mañana después de haberse licitado los antiguos terrenos de los juzgados, de sacar a la gente que estaba allí,  nos dicen que qué nos parece llevarnos al ‘pirulí’. Quedamos todos asombrados. Te piden la opinión de algo que no han reflexionado y se accedió.  ¿Se ha mejorado? Cuando testo la opinión de los funcionarios es bastante controvertido, la mayoría no ha visto grandes ventajas, por amontonamiento de puestos de trabajo. Da la impresión de que está complemente lleno, cuando eran del orden 30.000 metros cuadrados y los nuevos iban a ser 11.000 más, quizá es cuestión de ir adaptándose a estas novedades y mejorar espacios.

En Vigo parece que cuesta mucho trabajo conseguir infraestructuras y nuevos juzgados..

Sí, cuesta mucho. Hay muchas razones demográficas y políticas de capitalidad. Es mucho más fácil que lo solicite Santiago, Pontevedra, Ourense o A Coruña  y se le atienda con más facilidad que a Vigo. Porque hay una mentalidad muy estructurada a capitales de provincia. Ha resultado dificil, pero se ha conseguido.

En el caso de los procuradores, todavía hay reivindicaciones pendientes.

Las reivindicaciones de los procuradores son muy muy serias. Es un colectivo actualmente amenazado con la desaparición. Antiguamente, era una amenaza de los abogados,  de que éramos una figura inútil, pero ahora es la propia Administración y no solo pasa con los procuradores, lo comparo con toda la estructura, con otras profesiones que van desapareciendo porque hay que quitar intermediarios, para dar rentabilidad. El último arancel para los procuradores se aprobó en 2003, hasta 2023 ha habido una variación del IPC con respecto a nosotros de un 120% que nunca se ha actualizado. En el 2023 y bajo unas teóricas controversias con la UE,  el arancel no solo no se ha actualizado sino que se ha limitado. Ahora es un arancel de máximos. Si antes cobrabas 100 euros por un asunto, ahora es lo máximo y de ahí para abajo pueden negociar. Ya no eres tú el que determina el valor de tu trabajo, sino que ahora es un tercero quien decide lo que te paga. En esa circunstancia no concurre la competitividad, sino el asalto permanente, sabiendo que cualquier profesional de España puede venir a Vigo y nosotros ir a cualquier ciudad a competir, en lugar de consumir el producto de proximidad que sería lo lógico. Hay otras reivindicaciones como el turno de oficio y la mutualidad y eso es más grave, amén de los pagos de la justicia gratuita. Habría que implicar a los políticos de una forma muy seria.

¿Cuál va a ser la nueva etapa  de Manuel Castells?

Espero que interesante, voy a entrar una nueva dimensión del tiempo. Hasta ahora eran juicios, plazos… El tiempo no era una percepción emocional, sino cronológica, no te daba tiempo a sentir nada. Ahora será más relajado, con más capacidad de reflexión, de sentir el placer o no de lo que te suceda, tengo muchas cosas que pensar y que hacer.

Te puede interesar