Parques eólicos sí, industria eólica también

Parque eólico ubicado en la provincia de A Coruña.
photo_camera Parque eólico ubicado en la provincia de A Coruña.
España tiene mucho que decir en Europa sobre la estrategia a seguir en el mercado del gas, por su posición aventajada, pero Galicia también tiene mucho que reclamar en el desarrollo de los parques eólicos.

A los problemas derivados del cambio climático –un acelerador de los incendios forestales, junto con el abandono del uso de los montes– se añade la crisis energética, que puede agravarse si Rusia corta todo el suministro de gas a Europa, una hipótesis que ya se está afrontando con medidas concretas desde Bruselas. Este complejo escenario deriva, a su vez, en un grave problema de inflación, con riesgo de recesión, si no se ataja.

España, que tiene diversificado su mercado de compra de gas en varios países, depende solo en un 10% de Rusia. Esta fortaleza avala al Gobierno para rechazar la propuesta de la Comisión Europea de obligar a reducir un 15% de la demanda si Moscú cumple la amenaza de cortar el suministro de gas este invierno. Por el contrario, lo que España ofrece es ser la puerta de entrada a Europa del gas natural licuado, al contar con varias plantas como la que tiene, por ejemplo, Galicia en Mugardos.

“No podemos aceptar imposiciones sin debate y sin consulta, ya que tendrían un efecto lesivo sobre nuestro tejido industrial”, dijo este sábado Pedro Sánchez ante el comité federal del PSOE, sabedor de que Bruselas plantea una reducción obligatoria del 15% del consumo de gas en cada Estado miembro.

La energía verde tiene un papel clave en la transición energética debido a su bajo impacto ambiental y, con criterios científicos en la mano, nadie puede discutir a estas alturas que la transición ecológica es la única oportunidad de garantizar un planeta habitable. Sin embargo, hay discursos políticos, populistas, que desmienten a los propios científicos, hasta llegarse al absurdo de que cosas de mero sentido común se convierten en banderas partidarias. No en todos los países europeos, por fortuna, pero sí a veces en España.

La defensa a ultranza de la economía verde, donde la eólica juega un papel fundamental, no debe confundirse con que sea un negocio redondo solo para eléctricas y bancos.

Del mismo modo que España tiene mucho que decir en Europa en la estrategia a seguir en el gas, por su posición aventajada, Galicia también tiene mucho que reclamar en el desarrollo de los parques eólicos, terrestres y marítimos. Una cosa es defender la transición verde y otra renunciar a la defensa de los intereses de Galicia, ya que todo puede ser compatible, si las cosas se hacen con buen criterio.

A sabiendas de que el horizonte de los problemas climáticos queda lejos de los intereses de la generación que debe asumir ahora sacrificios, los catedráticos de la Universidade de Vigo Alberto Gago y Xavier Labandeira sostienen que nunca como hasta ahora ha sido más importante a colaboración público-privada y un amplio acuerdo social para abordar el problema del cambio climático.

La patronal eólica no puede limitarse, por ejemplo, a implantar más parques en Galicia, a cambio de nada. Asimismo, resulta surrealista que en el sector eólico gallego se pretenda tener más parques, pero menos industria eólica.

El cambio climático es una evidencia y mitigar sus consecuencias para adaptar el planeta a una realidad ya existente es una emergencia. Pedro Sánchez, que ha lanzado la carrera para las elecciones de 2023 con una apuesta ecologista, tiene razón cuando hace este tipo de discursos favorables a la transición verde. Le falta añadir que la solidaridad de las zonas productoras de energías limpias debe tener compensaciones.

@J_L_Gomez

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